9 restaurantes estatales que estuvieron entre los preferidos de todos los cubanos, pero hoy simplemente están en el olvido

Laritza Sánchez

9 restaurantes estatales que estuvieron entre los preferidos de todos los cubanos, pero hoy simplemente están en el olvido

En la isla de Cuba existen muchos lugares que durante varios años estuvieron dentro de las preferencias de la población. Actualmente, la crisis económica existente también ha llegado a ellos por lo cual han ido hacia un deterioro indetenible con el paso del tiempo ya que dependen de la gestión del Estado porque son establecimientos que no tienen participación en el sector cuentapropista.

Además, han caído dentro del abismo del desinterés por parte de los clientes. Desde la apertura de los establecimientos cuentapropistas, las personas se han decantado por estos locales los cuales ofrecen, en todos los sentidos, mejores propuestas.

Sin embargo, el día de hoy serán estos, los desechados por los ciudadanos, los protagonistas de este escrito. Los recordaremos brevemente ya que a pesar de que nadie los escoja en estos días, durante mucho tiempo fueron casa del disfrute gastronómico en la capital del país.

Comenzaremos con un establecimiento que atrajo a muchas personas por su ubicación, paisaje y peculiar estructura que data desde hace 200 años. Su nombre realmente era Restaurante Arana, y era frecuentado por representantes de autoridades que respondían a la corona y por aquellos que presentaban en la sociedad una alta y cómoda posición económica. Uno de los platillos más consumidos era el Arroz con Pollo a la Chorrera. Cien años más tarde pasó a reconocerse como Hotel La Mar y tras un cambio de dueño, se le hicieron modificaciones al local para atraer aún más a este tipo de clientes, pero lamentablemente dichas modificaciones quedaron atrás debido a un intenso fuego que arremetió contra el lugar. Años más tarde se restableció como un restaurant para personas adineradas a mediados del siglo XX bajo el conocido nombre 1830, el cual conserva hasta nuestros días.

Continuamos nuestra enumeración con El Mandarín, el cual se localiza por la calle 23, en los bajos de la famosa edificación del ICRT. Sus mejores años fueron las dos décadas que siguieron a los años 60 y se encuentra dentro del grupo de estructura realizadas por el sector de la comunicación y entretenimiento dentro del cual se encuentran los establecimientos de recreación para la población entre otros. Actualmente ha decaído mucho y ya no es ni la mitad de lo que solía ser. Entre las pocas ofertas que se brindan a los clientes y el deterioro de todo incluso, de la atención, ya es un lugar prácticamente vacío.

Seguimos con un establecimiento cercano a la heladería más grande que existe en la capital, nos referimos a la Roca. Además se encuentra localizado en un lugar muy concurrido ya que está cercano a varias instituciones turísticas del Estado y a la avenida 23. Actualmente ha conservado su variedad de ofertas y los valores por ellas, pero, este lugar ya no entra en de la preferencia de muchos. Ya no le sirven de mucho para atraer al público los conciertos de solistas que ofrece ni su original decorado.

Avanzando en la lista encontramos al Polinesio, lugar que fue muy visitado, sobre todo por los padres de las generaciones actuales. Pertenece al establecimiento turístico Habana Libre, creado antes de la Revolución y es una de las edificaciones más populares de la capital. Es un local estatal que fue muy concurrido, pero a día de hoy, debido a los elevados valores de los platillos y del mal trabajo por muchos de sus empleados, la población ha pasado página y no se ha llevado consigo a este lugar para su disfrute.

Caminando un poco más por las ajetreadas calles del Vedado, se halla El Carmelo. Este es un lugar que nació a finales de la década de los 20 durante el pasado siglo, y se localiza cerca de instituciones de la cultura cubana, era un lugar perfecto para que aquellos que frecuentaban esa área, fueran y tuvieran una agradable velada y por un tiempo así fue. Lo visitaban los ciudadanos que estaban más vinculados al arte y a todas sus manifestaciones al igual que muchas personas de aquella zona. Incluso, logró mantener su posición en el mercado gastronómico después del proceso revolucionario. Lamentablemente para el local y sus empleados, el lugar pasó a ser de comida vegetariana exclusivamente, lo cual no fue de agrado para sus tradicionales comensales siendo esta la razón de que quedase en el olvido y poco a poco fuese su deterioro en aumento.

Por otra parte, unas calles más arriba es el que fue uno de los restaurantes más lujosos de la provincia, por su peculiar altura. La Torre, al igual que El Polinesio, es de a mediados del siglo pasado y se encuentra en uno de los últimos pisos del popular Focsa, edificación que también se encuentra en el Vedado. Una vez ahí, desde más de treinta pisos, el paisaje que se aprecia deja enamorado a cualquiera que visite el lugar y ofrece una sensación increíble al estar a esa altura de la vida cotidiana. Originalmente entre sus fogones se pensaban realizar platillos del país y de Francia. Creo que no me equivoco en decir, que, de este listado, este es el único lugar que a pesar de que no es tan concurrido como antes, mantiene su reputación entre los ciudadanos.

Seguimos el paseo por el Vedado y aproximadamente 3 cuadras más arriba se encuentra el Cochinito que, al contrario de lo que pudiese provocar su nombre, el lugar fue muy popular entre los clientes capitalinos. Ofrece platillos nacionales y de otras naciones y atraía a muchas personas debido a que era un lugar muy acogedor además de la variedad de ofertas que en él se encontraban. Actualmente, ya ha perdido esa furia entre los comensales y ha quedado prácticamente para celebrar eventos de instituciones del Estado ya que la clientela común no entra al establecimiento desde hace mucho tiempo.

De vuelta a la calle 17, siendo vecino cercano del Focsa, encontramos El Conejito, lugar que originalmente era como un bar británico desde los años sesenta del siglo anterior. La escenografía de su interior representa el país que lo creó y las personas que acudían a este lugar pertenecían al mejor estatus de la sociedad. Mantuvo su reputación, hasta en los peores años del fin del siglo XX, su platillo principal contiene al animalito que le da el nombre y utensilios del lugar le dan realmente un toque especial a la velada. Por desgracia, desde hace pocos años ha caído en la rutina de estar prácticamente vacío, el abandono de sus clientes lo ha llevado a no ser lo que era antes.

Por último, pero no menos importante, llegamos al restaurante Moscú el cual era uno de los más famosos y concurridos de todos los mencionados aquí hoy, sobre todo antes de los años 60 mientras funcionaba bajo el nombre de Casino Cabaret Montmartre. Después del triunfo del proceso revolucionario tomó popularidad entre los clientes de la nación, y pasó a llamarse por su actual nombre. Desafortunadamente, debido a un gran incendio que hubo a finales de siglo, la estructura de lo que fue la casa de uno de los establecimientos estatales más importantes de la provincia está ahí a su suerte esperando a que el tiempo termine con él ya que ha sido olvidado por las autoridades.