Gilbertman, el cubano que se creyó un Rey en La Habana

Redacción

Todavía hay quien por ahí habla del caso del reguetonero cubano Gilberto Martínez Suárez, mejor conocido como “Gilbert Man”, quien se empeñó en vivir su vida imitando los estereotipos visuales de cine de mafiosos y terminó siendo detenido al más puro estilo de un programa policíaco como Tras la Huella, al pensarse que en Cuba, él podía tener el sartén cogido por el mango.

Con un sobrenombre artístico terminado en “man”, como si se tratase de un superhéroe tipo Superman, Batman o Spiderman, Gilberto se instaló en el barrio habanero que lo vio nacer y en menos de un año ya tenía en su poder varios autos de lujos, casa con “todos los hierros”, y cuanta cosa se le pasaba por la cabeza, en un país que bien sabe que «el que paga manda».

Solía retratarse mostrando sus trabajados bíceps y las manos llenas de fajos de billetes de a cien dólares. Además, se movía rodeado de guardaespaldas como si se fuese un mafioso al cual todo el mundo quiere ajustarle cuentas.

La codicia de este joven de 28 años parecía no tener límites, ya que imitaba en su propio día a día todo lo que veía en los videos de los reguetoneros de moda.

Los turbios manejos de Gilberto en Miami incluían cargos vinculados al uso de tarjetas de crédito falsas y el robo de identidades

Si en los videoclips aparecían mujeres de cuerpos de infarto y con poca ropa, él alquilaba las suyas; si Periquito Pérez salía en un video con un carro “soplao”, él no se quedaba atrás y de hecho llegó a coleccionar más de 20 autos de marcas nada baratas. ¿Que en ellos se contaban historias de matones y de jefes mafiosos? Él mostraba sin recato una pistola, no sabemos si real o falsa, pero ¿importa?, y maletas llenas de dólares. Extraña, retorcida manera de parecer “alguien”.

Entre las andadas de Gilbertman estuvo el financiamiento de videos musicales de algunos exponentes del género urbano como Los Desiguales, el Yonki, Damián, El Príncipe, entre otros. A estos, les ponía la parte económica del video a cambio que lo dejaran aparecer en pantalla, al parecer movido por un deseo incontrolable de estar en boca de todos.

Gilbertman se creía un verdadero Rey en La Habana, y llegó a pensar que su superpoder: el dinero, lo envolvería en un halo protector y que sería invencible e intocable… que lejos estaba de la verdad… no se aprendió eso de que en la islita caribeña solo pueden tener «los de arriba» y sin formas mucho foco, pues se te apaga.

Su palacete criollo en Guanabacoa derrochaba lujo en un barrio de pobres

Cuando pensaba que ya su desmedido estatus social era visto con naturalidad y que a fuerza de dinero seguiría haciendo y deshaciendo a su antojo, a Gilbertman lo cogió lo que lo cogió.

El Tribunal Supremo le fue con todo. Evasión fiscal, cohecho, secuestro, actividad económica ilícita y hasta sustracción de electricidad le cayeron encima para un cúmulo de 17 años de privación de libertad.

A su vez, Gilbertman también fue procesado falsificación, lavado de dinero, evasión fiscal, sustracción de electricidad (tenía conexiones ilegales en su casa), cohecho, privación de libertad (secuestró a una persona a quien había vendido un automóvil y la mantuvo en su casa hasta que esta completó el pago) y actividad económica ilícita.

A groso modo, de esta forma transcurrió el tiempo en la fama del Gilberto Martínez Suárez, quien de tanto que quiso abarcar y “especular”, terminó “explotando” con tal magnitud que al propio Cafunga lo dejó chiquito.

https://www.youtube.com/watch?v=mRRqcA3WBAM