En Cuba suele utilizarse mucho la frase “Vivir como Carmelina” para hacer referencia a personas que disfrutan de su existencia sin ningún tipo de preocupación financiera o de otra índole. Pero… ¿de dónde salió esta expresión? Y de haber existido… ¿quién fue Carmelina?
La frase tuvo sus orígenes en la ciudad de Cárdenas en la provincia Matanzas, y se le atribuye a la nieta consentida del español José Arechabala Aldama, propietario de un poderoso emporio industrial y acreedor de una de las fortunas más grandes de toda Cuba.
La expresión «vivir como Carmelina» guarda relación con la vida holgada de la joven, que no andaba escatimando a la hora de organizar grandes fiestas y disfrutaba a toda leche de la vida, ya que tenía a sus pies la riqueza que traía consigo el hecho de ser la nieta de Arechabala.
Su abuelo estuvo dedicado desde 1878 a la producción de aguardiente y ron bajo el nombre de La Vizcaya, el cual se transformó el 18 de enero de 1821 en la Compañía José Arechabala S.A.
En 1935 se crea allí mismo el reconocido ron Havana Club, aunque también se elaboraba el Brandy Relicario, Cremas Arechabala, Coñac Arechabala y el Vermouth Quirinal.
Como si eso no bastase, los Arechabala contaban en su patrimonio familiar con una terminal marítima de embarque, una refinería de azúcar, fábricas de confituras, plantas de mieles, siropes y petróleo. Tan poderosa era la familia que hasta llegaron a poseer un teatro en Cárdenas llamado Arechabala y hasta la fábrica que alimentaba el alumbrado público en Cárdenas.
Carmelina nunca tuvo la más mínima necesidad de ganarse la vida por ella mismo o tan siquiera estudiar para garantizarse un futuro. Desde su llegada al mundo su suerte ya estaba echada.
Lo suyo era disfrutar de los bienes de la familia, asistir a fiestas de alta alcurnia y lucir sus lujosos vestidos y trajes de seda.
Con el paso del tiempo Carmelina se casó y tuvo dos hijos, por lo cual tuvo que dedicar tiempo a sus quehaceres de madre, aunque nunca dejó de asistir a actividades benéficas, culturales, religiosas y sociales; siempre vistiendo elegantemente.
Luego de la pérdida de su esposo, quien falleció de un infarto a los 42 años, Carmelina se implicó más en los negocios de la familia y era muy común verla en la fábrica de ron de los Arechabala. Ya para ese entonces vestía de una forma mucho más discreta y no daba las grandes fiestas que acostumbraba. Sin embargo, el aquello de “Vivir como Carmelina” ya había tenido alcance nacional y tan famosa llegó a ser que incluso en la actualidad se sigue mencionando su nombre.
La autenticidad de la frase choca con un artículo de la revista Bohemia, fechado en el año 1992, donde se asegura que semejante refrán nada tiene que ver con la Carmelina de Cárdenas y que ese texto pudo escucharse antes en infinidad de películas extranjeras.
No obstante, la versión cubana parece ser la original. No hay quien se detenga en escudriñar si fue una expresión traída de España y acuñada en la Isla. Los cardenenses juran que su Carmelina es la del refrán y ¡ya está!