En la tarde del 13 de marzo de 1957, un grupo perteneciente al Directorio Revolucionario asaltó el Palacio Presidencial en La Habana para intentar ajusticiar a Fulgencio Batista. A su vez, otro comando bajo el mando del líder estudiantil Jose Antonio Echeverría, tomaba la emisora Radio Reloj para avisar al pueblo de la supuesta muerte de Batista y convocar a una insurrección a nivel nacional.
En aquel entonces, los sobrevivientes del asalto a Palacio aseguraron que habían llegado hasta el propio despacho de Batista, pero que este había logrado escapar como por arte de magia. Más tarde, se supo que su huida fue a través de una puerta “secreta” que conducía a las habitaciones superiores.
El Palacio fue convertido en museo más adelante y los visitantes pudieron satisfacer su curiosidad de visitarlo por dentro y ver la misteriosa puerta por la que había escapado Batista.
De acuerdo a las declaraciones de Natalia Bolívar, investigadora de las religiones de origen africano y quien estuvo relacionada con el Directorio Revolucionario, el escape de Batista estuvo conectado con la llamada “letra del año”, en la cual un grupo de babalawos predice una serie de eventos para el año entrante y da a conocer la deidad que regirá durante ese período.
En una entrevista en la televisión cubana en el 2011, Bolívar explicó que el signo regente en 1957 fue Obbara Meyi, “que quiere decir: el Rey tiene que buscar una salida por los lugares donde él está constantemente. Una salida oculta. Y él [Batista] siguiendo las instrucciones preparó tres, en el Palacio Presidencial, en Kuquine, que era la finca donde él vivía, y en el campamento militar de Columbia”.
La misteriosa puerta oculta en el despacho de Batista en el Palacio Presidencial no figuraba en los planos originales del edificio, los cuales fueron obtenidos por los asaltantes antes de llevar a cabo la acción, pero que no les sirvieron de mucho.
Al parecer, ese mecanismo de escape fue construido luego que la letra del año fuese divulgada, aunque resulta sospechoso que las labores constructivas no hubiesen llamado la atención de los guardias y empleados del Palacio, ni de los miembros del Directorio Revolucionario, quienes lo estuvieron vigilando desde meses antes del asalto.
Algunas explicaciones encontradas surgieron alrededor de lo sucedido. Tal es el caso del también estudioso de las religiones de origen africano e integrante de la Comisión de Letra del Año Miguel Febles Padrón, Víctor Betancourt, quien asegura que la deidad regente en 1957 no fue Obbara Meyi, sino Òdí Ìká, que también menciona la posibilidad de recibir un ataque de enemigos.
Además de la presunta base religiosa para llevar a cabo tal empresa, otros estudios contemplan posibilidades que siguen hilos de explicación totalmente distintos.
El Palacio Presidencial fue víctima de asaltos en varias ocasiones. De hecho, en 1930 un solo soldado se las ingenió para colocar una bomba en los conductos de desahogo que daban a la azotea y provocó grandes destrozos en el cielo raso de algunas de las habitaciones de la tercera planta.
A su vez, el 8 de noviembre de 1933 el Palacio sufrió un nuevo asalto, esta vez cuando militares y miembros del partido ABC se sublevaron durante el mandato provisional de Ramón Grau San Martín. En aquella fecha Batista, quien ostentaba el grado de coronel, era el Jefe del Ejército.
El 10 de maro de 1952, el propio Batista es quien ordena otra acción contra la edificación como parte del golpe de Estado que él mismo se había encargado de organizar.
Batista conocía al dedillo que el recinto era vulnerable mucho antes de instalarse como presidente, por lo que quizás la construcción de la puerta data de mucho antes de 1957.
Otros testimonios que aparecen recogidos en el libro “El asalto al Palacio Presidencial” escrito por Faure Chomón, uno de los asaltantes, señalan que durante la acción si se conocía de la existencia del mencionado pasadizo.
“En los planos originales no aparecía una puerta que le cerraba el paso al grupo, por lo que la derribamos a balazos y llegamos hasta la cocina. Allí nos encontraron a tres sirvientes de uniforme que estaban temblando de miedo en un rincón. Sobre una de las mesas, había dos tazas de café acabadas de usar…”, se narra en el libro.
“Seguidamente nos abrimos paso hasta el despacho y lanzamos varias granadas, pero solo encontramos dos soldados muertos. El despacho estaba vacío. Tratamos de encontrar el pasadizo secreto que nos había informado, pero fue imposible lograrlo. El tiempo jugaba en nuestra cuenta”, añade la publicación.
En Cuba se ha recreado en varias ocasiones lo sucedido durante el asalto a Palacio Presidencial y se menciona que los asaltantes encontraron las tazas de café y un tabaco humeante en el despacho de Batista, quien salió huyendo al escuchar los disparos.
La versión de Batista
Batista también brindó su versión sobre lo sucedido en el libro “Respuesta” y desmintió buena parte de los detalles que salieron a la luz al respecto de su huida.
“Aun cuando los asaltantes tenían conocimientos sobre la distribución interior de Palacio, como se prueba en los croquis y planos que se ocuparon, todo parece indicar que no tenían la información detallada sobre cómo se encontraban organizadas mis horas de trabajo”, escribió.
Batista explica que generalmente “almorzaba entre dos y media y cuatro de la tarde. Despachaba todos los días los asuntos urgentes en el tercer piso y no bajaba al segundo, en donde estaban la oficina presidencial y los salones de recibo, hasta alrededor de las cinco de la tarde”. Y agrega: “A unos quince pies de mi buró en el segundo piso, estallaron granadas. Hasta allí llegaron los asaltantes, creyendo seguramente que yo estaría en el despacho oficial”.
Quizás por temas de seguridad, Batista nunca mencionó a la puerta en sus declaraciones ni en su posterior libro. No obstante, el capitán Alfredo J. Sadulé, uno de sus ayudantes personales desde fines de los 40 hasta 1959, confirmó que el plano de Palacio había sido filtrado por un periodista que trabajaba en la oficina de prensa que radicaba allí, pero al parecer lo copio al revés.
Según Sadulé, la puerta no era tan “secreta”, ya que algunos de los trabajadores tenían conocimiento de esta y de que Batista solía utilizarla cuando no quería recibir a determinadas personas. No obstante, siempre negó que Batista la hubiese construido.
Sadulé afirma que ni la puerta ni la escalera que conducen a las habitaciones del tercer piso fueron construidas por Batista, al menos durante la década de los cincuenta. “Eso lo sabía todo el mundo. El que no era asiduo a Palacio no lo sabía, no era una cosa tenebrosa ni el producto de una película, era una cosa de utilería. Normalmente él [Batista] iba por el ascensor; porque no era fácil subir por ahí”, señaló.
A más de medio siglo después, resulta aún difícil establecer quién y cuándo se construyó la puerta secreta y si en realidad la habilitación de la misma respondió a alguna predicción religiosa. Sin embargo, algunas fuentes aseguran que Batista mantenía vínculos con las religiones de origen africano y que poseía muchos más secretos que el de la puerta del despacho del palacio Presidencial.