Hacer la maleta para el viaje de vuelta a Cuba se convierte en el reto más duro para los cubanos

Julio César

Hacer la maleta para el viaje de vuelta a Cuba se convierte en el reto más duro para los cubanos

El cubano que viaja siempre se ha preocupado por el peso y la milagrosa organización interna de la maleta en la vuelta a la isla, una tradición que se remonta a los tiempos en que los cubanos solo podían pensar en viajar si resultaban ser los privilegiados ganadores de un estímulo de las instituciones estatales por destacar en la emulación, por trabajo o por estudios, principalmente a países soviéticos o comunistas.

Siempre hay que priorizar un regalito para tal, otro para mascuál, y en esa lista entra hasta el pariente lejano que te hacía bullying en la beca, además de la lista de productos de todos los tipos y las marcas que mamá dijo que eran «imprescindibles» para la casa, como el aparatico para blanquear dientes que quiere el sobrino.

Asimismo, los que viajan a Cuba (en vez de volver) experimentan una situación parecida, pero contraria de alguna u otra forma, pues también te hacen muchos pedidos, pero la mochila se vacía en el viaje de ida, no de vuelta; así que se deben tener en cuenta algunas características que la isla tiene y que en cualquier otro país fundamentalmente turístico del mundo resultarían ridículas. Por lo tanto, aquí van algunos consejos para que en el equipaje del que viaja a la isla quepa todo y no se pase del peso máximo establecido.

Primeramente, en Cuba nada se compra. Nunca suponga que podrá comprar algo necesario para usted en la isla, por lo que debe asegurarse de embalar absolutamente todo lo que necesitará en su estancia en el país. No escatime, ni la pasta de dientes puede olvidar.

Nunca piense en llevar muestras de alimentos deliciosos que usted puede catar a menudo en su país de residencia, no vale la pena reservar espacio en la maleta en eso, pues ni 5 toneladas de ese producto solucionarían los problemas de hambre y de escasez que vive su familia en Cuba. Se deben priorizar los artículos verdaderamente útiles.

Si aún decide llevar alimentos (porque se los han solicitado sus familiares en la isla), atienda a lo siguiente.

Los condimentos, como el comino, deben ser lo primero que se compre y lo último que se ponga en la valija, porque, aunque no se rompa el envase, toda la ropa de la maleta va a terminar apestando a comino por meses.

Los cubanos preparando la maleta para la isla suelen arrasar con los anaqueles de las farmacias, así que los dependientes suelen estar muy contentos cuando uno les llega y les dice: “Buenos días, voy a viajar a Cuba”. Esté preparado para su pícara sonrisa.

Debe también llevar fósforos, velas, lámparas ahorradoras recargables (que no sean de 220) y muchas baterías de repuesto para las de uso, porque aunque usted tenga la suerte de no sufrir un apagón por rotura, uno de esos “no programados”, al menos se los deja a la familia, que mucha falta le hará.

Sé que suena absurdo, pero también se deben llevar varios cabezales de ducha para regalar, porque ninguna ducha en Cuba funciona y esto sí que no tiene explicación. Los cabezales deben ser cambiados a cada rato porque tienen averías, tupiciones o se han rajado de la nada.

No le puede llevar regalos a todo el mundo, por favor asúmalo. En esa maleta no cabe ni lo que usted necesita, así que no puede pretender que se expanda como un trozo de elástico para llevarle un capricho a todos sus conocidos. Además, nunca uno va a quedar bien, así que priorice a los más allegados.

Los zapatos para los niños siempre serán prioridad, porque no hay nada más difícil en Cuba que conseguir un buen par de zapatos, que aguanten aunque sea un año de mataperrear por ahí antes de que se les despegue la suela.

Medias blancas para regalar son muy bien recibidas, quizás porque en Cuba no hay, y si se encuentran, son de poliéster. Y también para compaginar el calor, la mejor opción consiste en ropa barata y de verano, es decir, que no sirve de nada que sea de marca si no tiene tejidos frescos y colores claros: no habrá quien se lo ponga en este país.

El momento de pesar el equipaje es muy duro, por lo que se debe hacer antes de cerrarla, para evitar sustos. Lo que no cabe, no hay quien lo meta, y si hay que quitar cosas listas y acomodadas, hay que hacer de tripas, corazón, y quitarlas.

Lo más seguro es precintar las maletas y pagar el seguro en el aeropuerto, porque la gran mayoría de los cubanos vuelven a la isla con las valijas rotas, y eso costó un dinero que no vale desaprovechar. Ah, y es mejor asegurarse de que el seguro cubre pérdidas y roturas.

Todo el proceso lleva unas horas o unos días, depende de la destreza y la seguridad con que se realice, aunque todo con práctica se domina. Si se necesita un mes, “por si las moscas”, no pasa nada; incluso mejor.