Malú, la transgénero cubana que se ha ganado el titulo de «La Diva del pueblo» en la ciudad de Santi Spíritus

Laritza Sánchez

Malú, la transgénero cubana que se ha ganado el titulo de "La Diva del pueblo" en la ciudad de Santi Spíritus

Malú es la mujer transgénero más conocida de la ciudad de Sancti Spíritus. Se llama así desde los 16 años de edad, cuando cayó presa por vestir de forma no convencional (como mujer, cuando biológicamente era hombre). Su compañero de celda se hallaba cumpliendo tiempo por la misma razón, y le comenzó a llamar así por la protagonista de la telenovela de moda de la época.

«¡Vamos a ponerte Malú, que es la ideal para ti¡ y se quedó Malú, Malú, Malú y todo el mundo me dice así. Hoy por hoy me llamo Malú” , contó a hace poco en una entrevista con la

Ricardo Antonio Moreira Andino, su nombre legal, ha sido enterrado en el mismo apartado de su memoria donde yacen los estigmas y las heridas provocadas por la homofobia y la transfobia.

“Ese nunca existió. Sé que me llamo así, pero la que existe es la de hoy, la que siempre fue. La que se pensó que nunca jamás iba a ser, pero fue. Porque desde que empecé a surgir así yo misma me acepté tal y como soy. Y he sido dichosa por todo, pero por la familia siempre he estado fatal», contó Malú al diario oficialista Escambray.

Desde hace más de tres décadas la primera transgénero de Sancti Spíritus es reconocida aquí y fuera de Cuba como Malú

Ella lleva rodando de casa en casa desde los 16 años, pues su madre murió cuando tenía apenas 3 años de edad, su papá la «regaló» a una hermana de su madre, y cuando ella falleció, vivió hasta debajo de una escalera por más de un año.

Su familia se conforma por los vecinos del barrio que siempre la han tratado con dignidad y respeto, con una palabra amable y un gesto de confianza. Solo una de sus 7 hermanos biológicos (todos por parte de padre) le habla.

«Mi mamá se murió de un derrame cerebral cuando yo tenía tres años, me quedé con mi papá y después mi papá me regaló a una hermana de mi mamá. Estuve hasta los 16 años con esa familia, después mi tía se murió y empecé a vivir con todo el mundo aquí en Sancti Spíritus…, hasta debajo de una escalera de un edificio, eso se dice y no se cree, pero estuve allí un año y tres meses, hasta que volví para la casa que fue de mi papá», recuerda Malú.

Asegura nunca haberse cohibido por nada ni haberle temido a nada. Siempre se ha vestido de mujer para ir al trabajo, sin importar si fuera a cuidar terneros, a ordeñar vacas, a guataquear en el campo o a barrer las calles como jefa de una brigada de Comunales, su actual empleo.

Dice que nunca ha salido del clóset, que simplemente fue como una mariposa cuando sale de su capullo, que coge un poco de sol y vuela a la libertad

Cuenta que todo era mucho peor cuando era joven, y la gente era muy cruel con ella, pero ya todos se han adaptado. Siempre se impuso a las situaciones adversas y ha logrado vivir de forma plena.

Dice que las dos veces que fue apresada, estuvo acusada por el delito de escándalo público por vestir de forma femenina.

Admite haber recibido trastazos y maltrato de todo tipo, pero no piñazos, aunque dijo sentirse más afectada por una palabra mal dicha que por un golpe físico. Pero ahí sigue, firme y sabiéndose la reina de todas las de la ciudad, con una canción de Isabel Pantoja de background y reluciendo sus vestidos, accesorios y maquillajes.

«En los trabajos me vestía de mujer y he trabajado en todo. Empecé en una vaquería en ordeño, después en una ternería de recría cuidando a los terneros, luego estuve en recría de pollos, en campos guataqueando, sembrando y, ya hoy por hoy, barriendo calles como jefa de una brigada de Comunales y de aficionada en la Casa de Cultura», explicó al citado medio.

Dice que saber cantar y bailar la mantiene con alegría para seguir adelante, y recuerda que en otras épocas se desplazaba con gracia en el escenario de Los Laureles. Ahora tiene un espacio fijo los cuartos sábados de cada mes, llamado En concierto, en la Casa de la Cultura. Con la poca pena que reconoce tener, confiesa que el público la estimula para ser mejor, y hasta hay quien se le acerca para confesarse fan y pedirle consejo.

Se alza, orgullosa, como la primera transgénero que surgió en Sancti Spíritus, y por ello se viste en eventos, talleres, conferencias de la comunidad LGBTIQ. El CENESEX le va a dar casa, pues bastante que soportó la homofobia en todos sus extremos.

«Nunca tuve nada escondido, siempre me exhibí de mano con las parejas, incluso, en aquella época que era fuerte. A mí nunca me importó nada, si la policía me multaba me daba igual, pa’lante. Yo era como un buldócer con la cosa esa pa’lante, imponiéndome a todo el mundo, y lo aguanté todo y mírame aquí», enfatizó.

Con una fiereza admirable, ha superado todos los vaivenes de la vida, pero jamás se ha arrepentido ni se ha desplomado por las vicisitudes. Es fuerte, hiperactiva y con una autoestima altísima, y reconoce que logró lo que quería. Malú se alza sobre los prejuicios, como siempre lo ha hecho.

“Y, sin embargo, aquí estoy, firme con la corona. Yo creo que me he ganado la corona. He tenido que estar con mi corona puesta todo el tiempo; la reina de todas las de aquí de la ciudad soy yo”, afirmó.

Y no importan las libras de menos ni las esponjas que debajo del vestido abultan las caderas, simulan nalgas o rellenan el sostén donde debieron estar los senos. Tal vez luzca impostado; mas, incluso sin aquellos atuendos, Malú sigue siendo y sintiendo lo que parece.

Se levanta, se estira el vestido y con pullas se aleja; de ella solo queda el taconeo que se debilita. Pero todavía, como reclama, le quedan muchas portadas y mucho moño y tacón por dar.

«Dicen: un cuerpo de hombre atrapado en un cuerpo de mujer, pero yo no lo creo así, porque como yo lo he sabido realizar bien no pienso que tenga mi cuerpo atrapado en nada. Yo me siento mujer. Siempre he sido libre, lo que hice antes y hoy por hoy es por estar así. La vida me ha hecho ser más fuerte de lo que soy. A Malú la han querido destruir, pero nunca han podido ni podrán. Quizás porque soy como una mata de ceiba, que tiene la raíz bien grande y un tronco que lo aguanta todo», terminó diciendo, mientras se alejaba con su habitual paso altanero esta espirituana.