La reciente muerte del primogénito de Fidel Castro, se suma a la lista de personalidades conocidas que en casi 60 años de revolución han elegido su final por la vía del suicidio. Suman 14 las figuras que bajo el gobierno de los Castro han decidido su propia muerte.
El revolucionario Félix Pena Díaz se quitó la vida el 14 de abril de 1959, aparentemente perturbado tras presidir el juicio contra 43 aviadores batistianos que tras ser exonerados en una primera audiencia, luego en un segundo juicio fueron sentenciados a pena de muerte por órdenes de Fidel Castro.
El suicidio de la hermana de Vilma Espín aún hoy continúa como un misterio. Nilsa Espín Guillois y su esposo Raúl Rivero se quitaron la vida en 1965.
Cuatro años después pero en Miami, se quitó la vida el periodista Miguel Ángel Quevedo. El antiguo director y dueño de la reconocida revista Bohemia, en su momento apoyó la lucha revolucionaria de Fidel Castro pero desde 1965 se había exiliado en Florida.
En 1971 terminó con su vida Eddy Suñol. El antiguo viceministro del interior se disparó en su casa con una pistola calibre 45, por razones hasta ahora desconocidas.
Otro raro caso en donde alguien decide su propia muerte sin muchas razones aparentes, es el de Beatriz Allende. La hija del derrocado y asesinado presidente chileno se suicidó en La Habana el 11 de octubre de 1977. Allende permanecía refugiada en Cuba desde 1973 y cuentan allegados que la perseguía el pesar de no haber permanecido con su padre hasta el último minuto.
En 1972 Alberto Mora, hijo del líder del partido Auténtico, Menelao Mora, quien organizó el asalto al Palacio Presidencial en 1957, también se suicidó después de haber sido comandante de la Revolución y director del Banco de Comercio Exterior. La prensa oficial guardó silencio.
En 1980 una de las llamadas heroínas del Moncada terminó con su vida. La muerte de Haydée Santamaría se informó con una escueta nota de prensa en el periódico Granma, y nunca se conocieron los detalles que hasta hoy se pierden en especulaciones.
Quizá el suicidio más recordado sea el de Osvaldo Dorticós Torrado, el segundo y último presidente constitucional de la Cuba revolucionaria. Aunque su plataforma política distaba bastante de la castrista, Dorticós fungía como Ministro de Justicia cuando el 25 de junio de 1983 se mató con un disparo.