Entre las fortunas más cuantiosas que existían en Cuba antes de 1959 se encontraba la del banquero Juan Gelats, quien manejaba las cuentas de la Iglesia católica en la Isla.
Juan Gelats Botet nació en La Habana el 13 de septiembre de 1884. Era uno de los seis hijos del catalán Narciso Gelats Durall y la matancera Cristina Botet. Su padre, que había llegado a Cuba como apoderado de su tío Tomás Maig, levantó un gran capital y en 1876 fundó la casa bancaria “Narciso Gelats y Compañía”, embrión del futuro Banco Gelats, uno de los más poderosos del país.
Gelats Botet estudió en el Colegio de Belén y luego en New Haven, Conn, Estados Unidos. En 1907 ingresó como socio del banco de su padre junto a su hermano José Narciso y, tras el fallecimiento en 1934 de su otro hermano Joaquín – que presidía los intereses de la familia desde la muerte del fundador – se convirtió en su presidente. A mediados de la década de 1940 liquidó casi por completo la parte de la herencia que les correspondía a sus cuatro hermanos y pasó a controlarlo de forma personal.
Desde la presidencia del banco se diversificó a los servicios y el sector inmobiliario: En los años 1930 fue tesorero de la firma de seguros “La Alianza” que presidía el magnate Frank Steinhart, propietario de los tranvías de La Habana, y el 12 de junio de 1937 constituyó la “Compañía Inversionista SA” para los “Terrenos de Miramar SA” (que databa de 1921 y era propietaria de terrenos en el aristócratico barrio).
Se caracterizó por controlar el Banco Gelats de forma unipersonal sin escuchar muchos consejos de sus directores, por lo que la casa fue perdiendo posiciones ante sus competidores. Sin embargo, en 1958, era todavía un banco de mucho prestigio, muy arraigado entre los capitalistas más tradicionales del país que lo habían visto resistir todas las crisis del sector y honrar sus compromisos aún en las horas más negras.
Contrajo nupcias con Adolfina Suárez Solís Vázquez, con la que vivió en la mansión de calle 17, No. 351, esquina a H en el Vedado (donde hoy radica la sede de la UNEAC, y que por sus valores arquitectónicos fue declarada Monumento Nacional). De ese matrimonio nacieron tres hijos: Adolfina, Cristina y Narciso, que lo sustituiría al frente del banco en 1958.
Antes de la Guerra Civil Española, Gelats fue condecorado por España, donde poseía sustanciales inversiones, y, en 1954, el gobierno de Franco le hizo entrega de la Encomienda de Isabel la Católica por “su entusiasta colaboración a la causa de España contra el Comunismo en la Guerra Civil”. Su banco operaba, además, la cuenta en dólares del Convenio de Pago entre Cuba y España.
Pero si algo distinguió a Juan Gelats fue su activismo católico, premiado por el propio Vaticano que le hizo entrega de la Cruz de San Gregorio el Magno y la Gran Cruz de la Orden Ecuestre del Santo Sepulcro. Gozaba de la confianza ilimitada de la Santa Sede y, por supuesto de la Iglesia Católica en Cuba: era el Consejero Económico del Arzobispado de La Habana y el Banquero en la República de Cuba de su Santidad el Papa.
Poseía el 4 % de las acciones de la Nueva Fábrica de Hielo SA, empresa propietaria de la Gran Cervecería Cristal, que había presidido su padre, donde se desempeñaba como Consejero de la Junta. También era propietario de valores en varias de las más importantes empresas cubanas como la Compañía Cubana de Electricidad, la Compañía Cubana de Teléfonos, la Compañía de Jarcia de Matanzas, The Cuba Raildroad y en varios centrales azucareros (que había adquirido por deudas con su banco y traspasado a otros propietarios).
Dentro del giro de las aseguradoras era accionista minoritario de dos de las firmas más importantes: la Compañía Cubana de Fianzas y la Compañía Nacional de Seguros La Cubana, de la que formaba parte de su Consejo de Dirección.
Por último, era propietario de numerosos bienes inmuebles en el Reparto Santa Felicia de Marianao y en el Reparto Biltmore.
Anciano ya, se mantuvo controlando con mano firme todos sus negocios hasta que, a finales de 1958, enfermó de gravedad y se vio obligado a pasar el control del banco a su único hijo varón, el abogado y contador público, Narciso Gelats.
Falleció en La Habana el 14 de diciembre de 1959, poco menos de un año antes de que el Gobierno de Cuba expropiara su banco.