La Habana fue un nombre que atrapó el gusto de norteamericanos dos centurias atrás. La deducción deviene luego de conocer que existen alrededor de siete Havana diseminadas por varios estados, aunque con una ortografía diferente.
La Habana originalmente se escribía con uve y así se copió entonces. Esa ortografía continuó durante toda la colonización de Latinoamérica hasta principios de siglo. Días antes del fin de la guerra de independencia un “erudito indigenista se le ocurrió pensar que los indios cubanos no pronunciaba la uve y que por lo tanto había que cambiar la ortografía de la Havana por Habana”. Y así se quedó La Habana como la capital de Cuba, pero no cambió la ortografía en las otras Havana.
Pero hubo quienes sacaron beneficio de esta sencilla reforma. En el norte de la Florida, cercano a su capital Tallahassee está Havana casi en la frontera con el estado de Georgia, una pequeña ciudad de tabaqueros. En aquel tiempo, el simple cambio de una letra le permitió vender sus tabacos “made in Havana, Florida”, de forma legal. El nombre surgió posterior al de la capital cubana por la asociación con los puros, pues allí predominó también el cultivo tabacalero, sin embargo, en los últimos años ha devenido en un centro de antigüedades y arte.
Hay Havana en Kansas, en el condado de Montgomery, con una población de 86 personas; en Arkansas encontramos otras, en el condado Yeli County, Illinois. También en Minnesota y Dakota del Norte se repiten las Havana, donde por el año 1822 existieron alrededor de 40 fabricantes y fábricas de tabacos y parece que ello influyó en la denominación final de Havana a esas poblaciones y que en la actualidad se celebra el Festival del Tabaco.
Casi todos estos sitios que llevan ese nombre son pequeños territorios en zonas rurales, con pocos habitantes. La mayor parte de las veces ni aparecen en el mapa. Sus costumbres, idioma, idiosincrasia, difieren de las nuestras, y puede que en sus paisajes y arquitectura tampoco coincidamos.
Digo “misterioso” porque en la mayoría de los casos, se pierde en la historia, en la leyenda, el origen del por qué se bautizaron o autobautizaron tantos lugares del gigantesco territorio norteamericano con el nombre de Havana.