Si una historia merece ser contada cuando se recuerdan las grandes fortunas que existieron en Cuba antes de 1959 es la de Carlos Núñez Pérez que, de bodeguero y carretonero de caña, llegó a convertirse en uno de los hombres más ricos del país.
Núñez fue el empresario cubano, entre los nacidos en la primera mitad el siglo XX, que levantó la mayor fortuna; sin valerse para ello de caudales heredados, lazos familiares o relaciones políticas y con apenas una elemental instrucción primaria.
Era hijo de Arsenio Núñez Quintero, un español de origen humilde, y la cubana Domitila Pérez Almaguer. Su padre se había dedicado a explotar un pequeño fundo platanero en Samá y más tarde se había instalado en una colonia del central Santa Lucía.
Carlos nació en Holguín el 4 de noviembre de 1885 y a los 15 años comenzó a trabajar como dependiente de una bodega y de una tienda mixta en Gibara, Oriente. Posteriormente de carretonero de caña y mayoral en la colonia de su padre, hasta que se compró a crédito por $90 000 su primera colonia, la Bariay, y sucesivamente fue adquiriendo otras hasta acumular en 1918 un capital de $800 000.
De manera casi fortuita giró hacia el negocio bancario, en pleno crack, cuando nadie daba un peso por el negocio de la banca en Cuba y las entidades financieras quebraban una tras otra.
En ese entonces, Carlos atendía sus colonias de caña en el central Santa Lucía donde tenía fama de tener mano de Midas. Como eran tiempos económicos difíciles y tenía tan buen tino para los negocios todos los particulares y empresarios de la zona acudían a él en busca de consejo antes de emprender cualquier empeño mercantil y dejaban bajo su custodia fuertes sumas de dinero.
Fue así que se decidió a dar el salto y el 21 de marzo de 1921 en Santa Lucía, Holguín, fundó un pequeño banco que sería el embrión de una de las empresas cubanas más rentables, con utilidades de más de $1 000 000: el Banco Núñez.
Poco a poco fue extendiendo sus operaciones y ganando prestigio hasta que en febrero de 1932 abrió en Gibara la primera sucursal de su banco. Meses después abrió otra en la ciudad de Holguín, a la que siguieron rápidamente las de Las Tunas, Palma Soriano, Bayamo, Guantánamo y Santiago de Cuba.
El 19 de marzo de 1939 trasladó sus oficinas para La Habana y lo convirtió en banco nacional. Tres años después, el 1ro de julio de 1942 lo reestructuró como una sociedad anónima donde los accionistas fueron siempre él y sus siete hijos.
En 1958 el Banco Núñez era el 4to banco comercial y nacional del país por sus depósitos ascendentes a $97 000 000 y tenía 22 sucursales. Su oficina central estaba en la calle Mercaderes No. 260 en La Habana. En 1957 fue seleccionado por “The American Bankers” como uno de los 500 más importantes del mundo.
Desde la banca Núñez comenzó a diversificarse a la industria, los servicios y los bienes raíces:
El 11 de junio de 1956 se adjudicó por vía de un remate judicial el central Algodonal, un pequeño ingenio azucarero, situado en Alto Songo, Oriente. El propietario del central Zoilo Marinello Vidaurreta (hermano de Juan, presidente del PSP) desde 1940 arrastraba deudas con el banco que no había podido saldar.
Como forma de pago de un préstamo no saldado a su banco se había apropiado también de una parte de las acciones de la “Compañía Maderera de Nipe SA”, un aserrío de madera en Antilla, Oriente.
Poseía, además, varias firmas inmobiliarias: “Compañía Inmobiliaria Nescar SA”, una firma de parcelación de terrenos; la “Inmobiliaria Ceabanú SA” y la “Compañía Inmobiliaria Norka SA”.
También era propietario de la “Compañía Comercial Marítima SA” que administraba la Zona Franca del Puerto de Matanzas. Esta firma tenía dos subsidiarias: “Compañía Industrial de la Zona Franca de Matanzas” y los “Almacenes del Puerto de Matanzas SA”; la primera dedicada a la explotación de la Zona Franca y la segunda con almacenes y depósitos.
A lo largo de su vida Carlos Núñez desarrolló una amplia actividad social y corporativa: Fue Gran Tesorero de la Gran Logia Masónica desde 1950 y era miembro del Consejo de Dirección de la Universidad Nacional Masónica José Martí. El banquero era el más importante y acaudalado empresario que existía entre los masones cubanos.
En 1958 era vocal del Grupo de Transporte de la Cámara de Comercio de la República de Cuba y de la Asociación de Propietarios del Reparto Miramar. Durante algunos años fungió como vicepresidente del Havana Clearing House.
Estaba casado desde 1908 con Concepción Gálvez Varela y tenía siete hijos que ocupaban cargos en el banco: Carlos, el mayor, era vicepresidente; Emilia, tesorera; Domitila, vicetesorera; Francisca, vocal; Ernesto, vicepresidente segundo; y Blanca, Norma y Pura eran vocales. Sus hijos tenían, además, cargos de importancia en las otras empresas que controlaba el banco.
Vivía en Ramón Mendoza No. 1410 entre 14 y 18, Alturas de Miramar y pertenecía a varios de los más selectos clubes de la época como el Casino Español de la Isla de Cuba y el Club La Torre, con sede en uno de los penthouse del edificio FOCSA.
Octubre de 1960 fue un mes terrible para Carlos Núñez. Hacía casi dos años que la Revolución había triunfado y no hacía más que radicalizarse. De boca en boca corrían rumores inquietantes de que la banca cubana sería nacionalizada. Por esa razón, y a pesar de tener ya casi 75 años, el banquero se encaminó al Palacio Presidencial junto al dueño del Banco Agrícola e Industrial y se entrevistó con Luis Buch Rodríguez, ministro de la Presidencia, con quien mantenía muy buenas relaciones de negocios desde antes de 1959. Le pidió entonces al ministro que le contara la verdad sobre lo que se cocinaba desde el Gobierno.
Buch lo tranquilizó diciéndole que no había ningún problema y que el Gobierno sólo estaba estudiando el tipo de relación que tendrían en el futuro los bancos cubanos privados con el Banco Nacional de Cuba.
Ninguna… El 13 de octubre el Consejo de Ministros decretó la nacionalización de la banca privada y todo el trabajo de la vida de Carlos Núñez se acabó con una firma. Como compensación el Banco Nacional de Cuba le ofreció la cantidad de 10 000 pesos…