La Esquina de Toyo, de ser una de las más famosas de La Habana hoy muere en el desamparo y el olvido

Julio César

La Esquina de Toyo, de ser una de las más famosas de La Habana hoy muere en el desamparo y el olvido

Una de las esquinas más descuidadas y sucias de La Habana, Toyo, fue una vez una de las más famosas. Aún así, no olvida ni desatiende los valores y memorias que ha forjado y conservado durante siglos.

Toyo todavía representa la esencia de la estética de las esquinas habaneras coloniales, desde el tiempo en que la familia Toyo asentada allí creó el famoso pan homónimo en 1832, el que le dio popularidad y atrajo a un sinfín de otros aromas, sabores y colores a la vida comercial capitalina.

La cultura culinaria auténticamente cubana que este sitio resguarda, resulta inapreciable para el patrimonio histórico y cultural del país, pero su aporte arquitectónico no se puede obviar, puesto que aún conserva (aunque no en buen estado) el cine Moderno, el primero de su tipo de bañarse con la influencia Art Decó en el país.

El hoy deteriorado espacio habanero, hace tiempo era uno de los puntos más importantes de la ciudad para degustar comestibles ligeros como panes con lechón asado, sándwiches criollos, arroz frito, sopa china, estofado de la capital, tamales, fritas, bistec a la plancha, refrescos de frutas y la gran variedad de dulces y pasteles.

Los olores a pan recién sacado del horno, a comidas apetitosas y a café tostado de los alrededores hicieron de la esquina de Toyo un sello característico. Pero la nostalgia no es suficiente para hacer que permanezca viva la imagen, en un triste espacio que ya no alberga ninguno de esos aromas. Los comercios terminaron en el olvido, en la suciedad y el deterioro común a todo el resto del tesoro patrimonial.

La Casa del Pan sigue en pie, pero tristemente aludiendo a lo que una vez fue. En la década del 80, hubo un módico rescate de la tradición panadera de Toyo, un intento muy efímero y el último que se logró. El pan que se hornea en la actualidad en la Casa del Pan es tan malo o peor que el de cualquier panadería estatal.

En esa esquina instauraron también un Sylvain, que pertenece a la cadena de dulcerías y panaderías que se destinan al comercio turístico; sin embargo, el producto no aparenta tener una mejor calidad que el de los establecimientos para el populacho; solo menos feo y más caro.

La escasez de los trabajadores por cuenta propia en Toyo es quizás lo que más desconcierta, debido a la falta de oferta por parte de la red estatal.

Un pobre anciano vende postales y panfletos sobre santería en el mismo portal de lo que hoy es una ruina oscura en los bajos del cuchillo de Toyo, donde primero hubo emplazado un bodegón notorio, que después se convirtió en pizzería, piloto cervecera, y un medianamente largo etcétera. Parece ser el último de los vendedores al por menor de Toyo, una valiosa institución habanera.