Luis Mazzantini fue un gran torero español que hizo historia en Cuba entre 1886 y 1887, cuando llegó del País Vasco. El 13 de abril de 1884 fue su primera entrada triunfal al ruedo en Sevilla. Miles de sus seguidores se congregaron en el litoral de la Bahía de La Habana para atestiguar la llegada del famoso matador de padre italiano, cuando llegaba por primera vez a Cuba en el vapor correo Cataluña, procedente de Cádiz, el 14 de noviembre de 1886.
Una gran corrida de toros se celebró en la esquina de Infanta y Carlos III a principios de 1887, la que fue anunciada en todos los medios de prensa de la ciudad. Allí estuvo localizada la última plaza importante de toros de la villa.
El torero se hospedó en el Hotel Inglaterra durante su estancia en Cuba, mientras llegaba también por esos días a la ciudad la compañía dramática de la afamada actriz francesa Sarah Bernhard, por lo que los rumores sobre las supuestas relaciones amorosas entre ambas celebridades no tardaron en pulular. La intérprete era conocida por ser bastante excéntrica y un tanto grosera.
Bernhard se asentó en el hotel Petit, el que estaba ubicado a un lado de La Chorrera. Su debut fue en el Gran Teatro Tacón el día 10 de enero de 1887. La obra Cittá Morta, del dramaturgo Gabriele D’Annunzio, provocó grandes ovaciones en pie, donde ambos artistas se conocieron.
Se ha comentado que fueron grandes amantes y que, en ocasiones, se les vio paseando por la orilla de La Chorrera y en el Hotel Trocha, en el Vedado. La historia de amor acabó cuando cada quien regresó a su país.
Sin embargo, Mazzantini sedujo tanto por intrepidez como por su inmenso carisma y generosidad, lo que evidenció en el trabajo que realizó con instituciones de atención a los más pobres, a las que destinó varias veces un porcentaje de las ganancias de sus corridas.
Su presencia engrandecía los salones más aristocráticos de la sociedad habanera de la época, donde asombraba con su vasta cultura y elegancia.
Su apelativo figuró en las anillas de una serie de puros habaneros, en las tiendas de moda e incluso la cartelera del Teatro Tacón, cuando debutó como actor en la puesta en escena de Echar la nave, con cuyos beneficios ayudó a financiar el Colegio de niñas desamparadas de Jesús del Monte.
El torero llegó a efectuar 16 corridas en la temporada 1886-87, y su contrato de 14 corridas se extendió en dos espectáculos más para satisfacer la demanda de sus más fieles admiradores.
A su partida de la isla fue despedido entre vítores y alabanzas, para llegar a México y triunfar también en el ruedo.
Mazzantini decidió poner fin a sus corridas en 1905, con el objetivo de hacer carrera en política. Fue electo concejal de Madrid y, luego, gobernador civil de Guadalajara y Ávila.
Falleció en Madrid el 23 de abril de 1926, y actualmente no son muchos los que conocen sobre su paso por la mayor de las Antillas y sobre el impacto que tuvo en la sociedad capitalina decimonónica.
Fue considerado como un hombre célebre por su coraje en la arena, lo que quedó en la cultura popular cubana en forma de frase coloquial, de modo que cuando alguien destaca por su valentía se dice “ese es más guapo que Mazzantini el torero”, o cuando, en cambio, una persona se encuentra ante una faena complicada, se expresa: “eso no lo hace ni Mazzantini el torero”.