Luis Alberto García es uno de los actores más famosos de Cuba, pero él no considera la popularidad como un gran logro. “Claro, la gente en Cuba sabe quién soy”, dice, encogiéndose de hombros, “pero no me siento superior a ellos porque soy actor. Somos todos simplemente cubanos».
Luis Alberto nació en La Habana en 1961 y dice que nunca pensó seriamente en ser otra cosa que no fuera actor. Creció entre teatros y sets de rodaje, la afición por la farándula le viene de su padre (también actor, llamado Luis Alberto García). Tras graduarse en el Instituto Superior de Arte Superior (ISA) de La Habana in 1984, Luis Alberto comenzó a trabajar en Algo Mas Que Soñar, una serie de televisión sobre cuatro jóvenes a los que mandan a luchar a Angola. Con unos valores de realización cinemática cuidados y el rechazo a mostrar una versión romántica de la guerra, la serie llegó a ser un hito para la televisión cubana y para la carrera de Luis Alberto.
En 1986 García hizo la transición a la pantalla grande con Dolly Back, un corto dirigido por Juan Carlos Tabío.
El siguiente año protagonizó 3 y 2, su primer largometraje. En la actualidad ha realizado más de 60 papeles como protagonista, entre ellos, papeles en clásicos del cine cubano como Clandestinos (1987), Plaff (1989), Adorables Mentiras (1990), Guantanamera (1995), La Vida es Silbar (1998), Un Paraíso Bajo las Estrellas (1999), Perfecto Amor Equivocado (2003), Madrigal (2006) y El Premio Flaco (2008). El actor ha recibido numerosos premios de interpretación y ha representado al cine cubano por todo el mundo, y ha tenido tiempo suficiente para hacer bastante televisión y teatro, pero dice, “prefiero el cine a todo lo demás. El teatro cansa mucho y en Cuba, como en todos sitios, no te puedes ganar la vida sólo con el teatro. Y la televisión va demasiado rápida la mayoría del tiempo a expensas del producto final.”
Basta verlo actuar por unos segundos para saber que nos podríamos quedar ahí por un rato largo. Y no solo por sus rasgos faciales potentes, estatura y ojos penetrantes, sino porque posee un talento desbordante logrando lo que pocos actores consiguen: moverse entre la fluidez de una argumentación lógica y la inestabilidad de una declaración apasionada con total naturalidad.
De sus tres hermanos fue el único en abrazar el oficio del padre, otro gran actor, y se considera un hombre muy afortunado por la elección. Los afortunados somos nosotros, que desde “Clandestinos” (Fernando Pérez, 1987) hasta hoy con “Ya no es antes” (2016) de Lester Hamlet, disfrutamos de su arte.
¿Sueños por cumplir? Muchos. A sus ya reconocidos trabajos realizados en Cuba, España, Colombia y México, el intérprete no descarta probar suerte el Hollywood.
“Claro que es un sueño… pero viviendo en Cuba es muy difícil. Y habiendo pasado casi toda mi infancia y mi adolescencia aquí es más difícil todavía, porque a pesar que me comunico fluidamente en inglés me costaría muchísimo tiempo poder improvisar e inventar textos en ese idioma, no obstante, con la ayuda de un coach estoy seguro que lo lograría. No me limita el tiempo, tengo 54 años y podría hacer tremendos viejitos en Hollywood, si esta vida loca que llevo me permite vivir 20 años más”, finalizó riendo.