El conocido “Parque Lenin” de la capital cubana fue creado en 1972 para proveer de áreas verdes a un ciudad poco poblada con vegetación, y como el cubano «si no llega, se pasa», el gigantesco jardín desplazó a miles de pobladores y necesitó de la expropiación de más de 700 hectáreas de fincas agropecuarias independientes para su levantamiento. También lo hizo unos años antes la construcción de la presa Ejército Rebelde, limítrofe con la zona boscosa.
El área se convirtió en una inmensa zona intrincada, con gran follaje natural y totalmente deshabitada, en el exacto centro geográfico de la provincia, ideal para esconder entre sus fauces los más grandes y ambiciosos proyectos militares soviéticos, con unidades especializadas, campos de práctica y barrios enteros de residencias de militares de ambos países.
El mas conocido campo de antenas soviético en la isla operaba en las inmediaciones.
No obstante, la construcción del embalse Ejército Rebelde continúa provocando grandes especulaciones sobre los verdaderos motivos de los «errores» cometidos, demasiado absurdos (increíblemente ilógicos) para haber constituidos desperfectos casuales. Varios ingenieros civiles que han estudiado el tema han alegado que sus compuertas realizan una función aparentemente ornamental, y de haber sido diseñadas para aliviar las inundaciones, el Parque Lenin se hubiera construido aún sabiendo que se inundaría todos los años (incluyendo todas las entidades militares); por lo que no quedan dudas de que la acción fue intencionada, pues la presa vierte contrario cuando se desborda, inundando Parcelación y el Reparto Eléctrico: nadie sería tan «anormal» de cometer semejante equivocación.
Efectivamente, nada fue causalidad: fue por la necesidad de disfrazar zonas militares, las que están muy cerca del aeropuerto y de las más importantes áreas industriales, que se le confirió la pantalla de ser un espacio dedicado al público infantil y a la familia cubana, un encubrimiento ideal en caso de conflicto armado interno o externo.
Pensados para los más rígidos modelos de enseñanza soviéticos, fueron emplazados en el centro del proyecto el Palacio de Pioneros, el campamento de exploradores, el internado Volodia para niños sin hogar, o “hijos de la patria”, y el Instituto Preuniversitario Vocacional de Ciencias Exactas (IPVCE) Lenin.
El área de diversiones, que lleva una década con el nombre de “Parque Mariposa”, en cambio, fue concebido como una especie de imitación socialista de Disneylandia, pues fueron contemporáneas las construcciones del proyecto cubano y de otro megaparque temático de Disney en la Florida, por lo que se ve que Fidel Castro no se quiso quedar atrás. La idea era que los niños disfrutaran de atracciones, recreación al aire libre y tiempo en familia a la vez que aprendieran de los hitos comunistas y se hicieran fotografías con la escultura de mármol de Lenin en vez de con Mickey Mouse. La efigie, en la actualidad, está medio olvidada en un rincón.
Pese a sus excelentes inicios, con aparatos divertidos y seguros para todos los pequeños, el declive del área recreacional resultó inminente con la hecatombe económica y política del Período Especial y que, aun con el tiempo y las mejoras producto de una mejoría en la situación del país, no se recuperado completamente, siendo posible percibir el abandono en ciertas partes.
Las ofertas en materia de gastronomía se tornaban la mejor parte de la experiencia, lo que ahora se traduce en puntos de venta casi desolados, con algunas golosinas disponibles.
Los artefactos mecánicos han sido escenario de accidentes lamentables, por lo que sus servicios han ido paralizándose de uno en uno.
Es esto entonces con lo que se encuentran los padres que, disponiendo de limitados recursos, quisieran sacar de paseo a sus hijos. Y es que ya el cubano se acostumbró a los muñecos descoloridos, a las largas filas frente a las escasas cafeterías, a las vueltas a caballo que con cada año se encarecen, pareciendo más que el recorrido es en un Ferrari y no en un potro desnutrido. El parque Lenin seguirá siendo una preferencia para el que no tiene mucho dinero ni estándares, y lo que sí tiene son tremendas ganas de sacar a los niños de la casa, entre tanto encierro y clases a distancia.