José M. Aguilar Hung, un conductor camagüeyano, contó la historia de Camilo recientemente en Facebook. Explicó que este vagabundo que ahora vive en la orilla del kilómetro 525 de la Carretera Central (en el tramo que conecta al municipio Florida con el poblado de Quesada), en el mismo punto donde falleció su hija en un accidente de tránsito hace un par de años, tuvo una vez casa, familia y hasta un máster en Ciencias Sociales.
Camilo, quien lleva años viviendo a la intemperie, es llamado «el ángel de la carretera», «el señor de la carretera» o «el ángel de Camagüey» por los conductores que por ese kilómetro pasan, porque él siempre está allí para poder socorrer a los que necesiten ayuda, pues es algo que su hija no tuvo el lujo de recibir y, si sí, tal vez hoy estuviera viva.
La esposa de Camilo murió y él perdió a su hija pocos días después. Solía ir todos los días al lugar del accidente, hasta que no regresó nunca más a su casa y se adjudicó la misión de prevenir otro de esos siniestros, otro igual al que le destrozó la vida.
Aguilar Hung señaló que este hombre no vive solo porque no tenga nadie a quien acudir, sino porque ya no tiene familia, y que, pese a haber tenido que afrontar todos los dolores que le deparó el destino, se ha dedicado en cuerpo y alma a ayudar a los demás, aunque con una profundísima melancolía.
Camilo ya figura como una leyenda de la zona, un mito viviente, y todos los conductores que por allí pasan, cuentan su historia.
No obstante, los dirigentes del Poder Popular del área han obviado totalmente la situación. El chófer aseguró que ningún funcionario del municipio se ha preocupado por reunir esfuerzos para construir una garita para el vigilante, en recompensa por su tan noble labor.
Aguilar Hung aprovechó la ocasión para hacer un llamado por la colaboración ciudadana y construir ese espacio ellos mismos.
Afirmó que el propio Camilo dice que solo quiere permanecer en el lugar, por lo que varios choferes y personas conmovidas con la historia están solicitando que le construya una especie de una garita u otro refugio para protegerse de las inclemencias del tiempo.
Otro chofer de una rastra, Michel Borjas, detuvo el paso para conocer al tan peculiar personaje, aunque sea muy real su encomienda. Le dijo que decidió vivir en el área para ir en la ayuda de cualquier conductor que tenga un accidente en esa vía, justo en el sitio donde murió su hija.
En una publicación en Facebook, que a los minutos se hizo viral entre sus amigos, agregó un llamado de atención a los que conduzcan por la Carretera Central, para que se detengan 5 minutos en función de agradecerle al buen hombre su voluntad de ayudar.
El mismo Michel Borjas relató que paró a escuchar la historia de Camilo mientras tomaban un café y hasta le donó algo de dinero.
El Gobierno cubano admitió en enero de 2020 que al cierre del año anterior existían, cuanto menos, 2.169 individuos sin hogar o «deambulantes», como también se les llama, en la isla.
Por el momento, el Ministerio de Seguridad Social solo alude a problemas de alcoholismo o enfermedades mentales para justificar el estado de desamparo de estas personas, sin siquiera considerar el componente de pobreza que casi siempre acompaña.
En cambio, Camilo no cumple con esas características. Él no deambula sin rumbo, sino que escogió vivir en el kilómetro 525 de la Carretera Central, sitio que marcó su vida para mal. Es solo ahí donde encuentra sentido a su existencia y vive, en realidad, para socorrer a otras posibles víctimas.