El que fuera por muchos años devoto de la genética, de las maravillas de la ciencia y del estudio del comportamiento animal (incluido a los humanos), Fidel Castro, dio vida a muchísimos experimentos que se suponía que “revolucionarían” la modernidad y liderarían a Cuba hacia una utopía de prosperidad bajo la “mano firme del Comandante”.
Sin embargo, casi todos o todos sus “brillantes” proyectos de innovación en la ciencia y la técnica terminaron en fracaso, deuda y abandono, una nueva vuelta a la miseria y un malgasto de recursos.
Castro incluso encabezó y ordenó experimentos biológico y psicológicos para moldear a su disposición el comportamiento humano, a fuerza de cárcel y torturas o de “estímulos”, una versión de las más famosas conclusiones de Ivan Pavlov. En la Cárcel de Boniato se suministró a los presos políticos “una cantidad de calorías mínimas indispensables para la vida” con este fin, según declaró Amado Rodríguez.
Rosafé Signet fue un semental en el que Castro invirtió grandes recursos y tiempo, un proyecto que solo logró arruinar la industria ganadera nacional. Esto constituyó un gran retroceso si se toma en cuenta de que Cuba era el segundo país en el mundo en la proporción de cabeza de ganado por habitante, solo superada por Uruguay.
La supervaca lechera Ubre Blanca constituye uno de los experimentos más recordados, ya que quería clonarla y sacarle gran provecho. Luego pasó por el de las vacas enanas, el de los conejos gigantes y el del Cordón de La Habana, que se pensaba que transformaría al país en el principal exportador de café Caturra; todos productos del capricho personal del dirigente y de una falta de conocimiento considerable en la materia.
A excepción de la heladería Coppelia, los mega-proyectos de Fidel Castro no superaron el lustro de existencia, pues quedaron interrumpidos y paralizados por los muy pragmáticos soviéticos, quienes ya no confiaban demasiado en las super ideas del Comandante tras el desastre que terminó siendo la zafra de los diez millones.
Sus proyectos eran tan poco realistas que mandó a importar de Vietnam búfalos de agua debido a que estos producían más leche y consumían menos pasto, e inundó el ecosistema cubano de clarias, pez depredador que se multiplicó fácilmente y agravó problemáticas en otros sectores, para aumentar el consumo de proteínas.
Lo cierto es que no muchos recuerdan que había una res por habitante antes de 1959, y la leche era el alimento más barato y abundante que tenía la población. Con la llegada de Fidel Castro al poder, decidió aplicar algunas de las premisas extraídas pos su entonces libro de cabecera, La mecánica de los suelos del francés André Voisin, y mandó a construir seis centros de inseminación artificial provinciales en menos de 18 meses, lo que costó alrededor de millón de pesos, sin el equipamiento tecnológico necesario.
Si el gobierno de Fidel Castro hubiera contado con exitosas prácticas de la genética en la dirección correcta, hubiera supuesto un salto en la producción industrial del país, y hay algunos que especulan que el dirigente hubiera contado con la capacidad científica y tecnológica para crear individuos obedientes y sumisos en laboratorios.
Mientras, a lo largo de estas décadas siempre han existido fuertes movimientos de ciudadanos inconformes con la política llevada a cabo por el Gobierno, quienes reclaman la liberta que le es inherente.