Treinta y cinco años lleva en construcción el Hospital Pediátrico de Bayamo en la provincia de Granma. En ella se gastaron infinidad de recursos materiales y humanos, pero hoy la enorme mole de ocho pisos permanece abandonada a un costado de la carretera y parece que no se terminará nunca.
El hospital, que acogería también un materno infantil, comenzó a levantarse en 1983 por la Empresa Constructora de Obras de Ingeniería, un año después de que el presidente Fidel Castro lo anunciara en un acto por el 26 de Julio.
“Al principio había mucho entusiasmo y el lugar estaba lleno de constructores, camiones y proyectistas”, recuerda Reynier Rosas, quien realizó un gran número de horas de trabajo voluntario en el lugar, “pero poco a poco se fue quedando vacío y hasta las autoridades dejaron de hablar del hospital”.
El abandono de la obra comenzó, según recuerda Migdalia quien trabajó en la cocina de los constructores, en 1988, cuando comenzó a escasear la comida, luego los constructores y por último los materiales.
No sólo iba a ser el Hospital Pediátrico, la institución hospitalaria infantil más importante de la provincia de Granma, sino el segundo edificio más alto de Bayamo, pues su estructura de ocho pisos se divisa desde casi toda la ciudad.
Fidel Castro visitó Bayamo ese mismo año 1988 e insistió en que había que terminar la obra a pesar de que los encargados de la misma eran muy poco optimistas y le comunicaron que era muy difícil que se pudiera concluir por la existencia de numerosos problemas estructurales y, sobre todo, logísticos.
La obra se paralizó definitivamente en 1991. La gravísima crisis económica del país impidió seguir adelante con la obra y sólo se dejaron unos pocos trabajadores para custodiarla. A mediados de esos años 90 se reintentó darle un impulso al hospital, pero se descubrió entonces que parte de la estructura había sido canibaleada y que la obra se encontraba aún más atrasada de lo que se había dejado en 1991.
Por salvar del lobo un pelo, en 2003 el Grupo Empresarial de la Construcción de Granma habilitó un policlínico en parte de la estructura del enorme edificio, una obra que costó 30 millones de pesos. Sin embargo, la colindancia con el edificio abandonado ha provocado situaciones de insalubridad difíciles de controlar en la institución hospitalaria.
“Este lugar es una maldición, ya no vale la pena reconstruirlo porque se ha dañado mucho con las lluvias y el sol, pero cuesta demasiado destruirlo”, opina un vecina del lugar que ha visto los inicios y reinicios del Hospital Pediátrico de Bayamo.
Tras tantos años abandonado recomenzar la obra donde se dejó es prácticamente imposible. Se precisaría primero un estudio específico y riguroso que determinara si la estructura se encuentra todavía en condiciones de ser utilizada o si, por el contrario, es necesario demolerla.
Así y todo en 2015 se anunció que se reiniciarían las obras, pero se trató de otra falsa alarma, pues la provincia no contó ni con los recursos materiales ni con la mano de obra mínima imprescindible para una obra de semejantes dimensiones.