Aunque hoy los habaneros van a las playas del Este o de Marianao cuando quieren refrescar en verano, sus primeras playas no estuvieron en ninguno de los dos sitios, sino en el Vedado.
En la línea de costa desde la calle G hasta 6 se establecieron los balnearios públicos que eran frecuentados por los habitantes de la ciudad.
De estos baños los más famosos fueron los de El Progreso que se ubicaban en la calle E. Tan populares fueron estos establecimientos que la propia vía comenzó a ser conocida como Baños.
La actual calle E, del céntrico Vedado, era conocida con el nombre de Baños y llevaba directamente a al balneario «El Progreso», el primero de esos famosos divertimentos construidos en 1864. Le siguieron otros como «Las Playas», frecuentado por los ricachones más majaderos que lucían en su sede de la calle D autos de última moda, joyas y vestuarios extravagantes, «El Encanto» y «El Océano».
Tanto en El Progreso como en Las Playas hombres y mujeres se bañaban siempre por separado tras pagar 50 centavos, si no eran abonados, y cada domingo podían asistir al estreno de danzones.
También gozaban de prestigio los Baños de Carneado que se encontraban en lo que hoy sería Malecón y Paseo. Se llamaban “de Carneado” porque muy cerca de ellos se alzaba la espléndida residencia de un hombre muy rico y muy alardoso que llevaba ese apellido.
Conocido como El Hombre – Grito hizo esculpir una estatua suya completamente desnudo y colocarla frente a su residencia, casi a la misma entrada de los baños, para escándalo de la sociedad habanera.
Estas “playas” del Vedado no tenían arena. Sobre el diente de perro se excavaban pocetas artificiales que se cubrían o dejaban al aire libre para que los vecinos de la ciudad pudieran tomar en ellas baños de mar. Las había de todo tipo: personales, familiares y públicas; pero en todas hombres y mujeres se bañaban siempre por separado.
Tan grandes y prósperos llegaron a ser estos baños del Vedado que el dueño de los de El Progreso construyó sobre la inmensa nava que cubría sus pocetas 14 apartamentos con sala – comedor, dos habitaciones y servicios que alquilaba por cien pesos al mes.
Su pequeña empresa fue prosperando hasta construir en la calle 3ra entre B y C varias casitas de madera que eran destinadas al alquiler durante la temporada de verano. Estas edificaciones de «El Progreso» estuvieron en pie hasta la década de 1950, cuando cedieron sus terrenos a la urbanización de esta zona del Malecón.
Con el balneario El Progreso solo podían competir los Baños de Carneado, que se situaron en la preferencia habanera para divertirse los domingos.
Estos baños se mantuvieron durante toda la República, aunque poco frecuentados y en estado de abandono. Todos estos lugares fueron desapareciendo con la urbanización de la ciudad y la construcción del Malecón. Pero las fotos nos recuerdan que hace algún tiempo no teníamos que ir a las playas de Guanabo para disfrutar del mar, aunque les aseguro que muchos siguen prefiriendo bañarse en las costas del Malecón habanero a pesar de las prohibiciones que existen hoy en día.