Entre grandes urbanizaciones que hicieron que La Habana de los años cincuenta se convirtiera en una ciudad moderna y colosal, surgieron algunas que contaban con casas de estilo moderno, jardines y piscinas. Uno de estos repartos es Fontanar, en el capitalino municipio de Boyeros. En él, algunos de los propietarios han convertidos sus viviendas en prósperos negocios de alquiler de las albercas que heredaron en la Avenida 236, conocida también como “La Calle de las Piscinas”.
Que sus casas se llenaran de personas desconocidas quizás no les llegó pasar nunca por la cabeza a los antiguos dueños de estas propiedades. Curiosamente, quienes optaron por mudarse a este barrio lo hicieron con la idea de disfrutar de la tranquilidad al estar alejados del barullo de las zonas más transitadas.
Sin embargo, como los tiempos han cambiado y en Cuba hay que sacar el billete de donde se pueda, muchas de estas casas se han convertido en una alternativa mucho más asequible para los cubanos de pie para pasarse un día en una piscina sin dejarse un riñón con las ofertas dedicadas a los turistas en los hoteles.
Administrar una de estas piscinas no es cosa de coser y cantar. Sus dueños tienen que lidiar con los ciclos de suministro de agua y las críticas de los vecinos envidiosos que aseguran que no reciben el preciado líquido en sus viviendas por culpa de las piscinas.
Los precios para un grupo de 15 personas rondan los 30 CUC por un día completo de disfrute. En muchos de los casos, los dueños ponen a disposición de los clientes algunas ofertas gastronómicas por un precio adicional.
Aquellas en las que no se vende comida elaborada no se quedan rezagadas, ya que los avispados propietarios siempre tienen a mano más de un teléfono de personas que se dedican a vender cajitas de comida por los alrededores.
Las autoridades cubanas no ven con muy buenos ojos a las piscinas particulares y en más de una ocasión han intentado volcar hacia ellas el descontento de los ciudadanos por la falta de agua. Además, poco a poco han ido subiéndole los impuestos con el objetivo que se den por vencidos y entreguen sus licencias.
No obstante, las casas de la Calle de las Piscinas siguen siendo un medio de despeje muy popular entre los habaneros, ya que allí puede disfrutar con la familia completa o entre un grupo de amigos, que de intentar hacerlo en un hotel no les jugaría la lista con el billete.