En el poblado capitalino de Peñalver, en Guanabacoa, se esconde una pequeña y casi desconocida iglesia en la que se venera a la virgen conocida como Madre de las Américas, Nuestra Señora de Guadalupe.
La iglesia fue construida en 1782. No obstante, no fue hasta el 12 de diciembre de 1813 que se celebró la primera procesión. La Virgen llegó a Cuba gracias a emigrantes de la Península de Yucatán, que buscaban profesar su fe a esta en la mayor de las Antillas.
Fue durante los años de la ocupación española que los inmigrantes mexicanos comenzaron a expandir la creencia en la virgen de Guadalupe por toda Cuba. Los españoles, que consideraron aquello un insulto, empezaron a llamar a esta la Virgen Mestiza, rechazándola como patrona religiosa.
En Cuba existe una mezcla muy grande de cultos y las desavenencias entre ellos se remonta a los inicios de la colonización. España establecía las creencias que la población debía practicar y cualquier otra manifestación religiosa no era reconocida.
En la actualidad, sin importar las creencias religiosas de quienes acuden al sitio, lo cierto es que cada 12 de diciembre la parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe se convierte en un mar de personas.
Y es que, en Cuba, como en muchos otros territorios americanos, también se venera a la virgen, que sincretiza en la religión yoruba y en la identidad nacional con Oshún Ololodí, deidad yoruba defensora de los suyos y guerrera por naturaleza.
La Virgen de Guadalupe es considerada Patrona de la ciudad de México desde 1737, Patrona de América Latina en 1945, y el Papa Juan Pablo II, en el año 2000, la reconoció oficialmente como Reina de México y Emperatriz de América.
En el caso de los cubanos, hay muchos devotos a la Virgen de Guadalupe y no son pocos los testimonios de personas que aseguran que gracias a esta han mejorado su salud y las de sus familiares.
Algunos visitan la iglesia por pura curiosidad, aunque no son pocos los que reconocen a la patrona de América y le dedican sus rezos.