A continuación, les compartimos las historias de tres personalidades cubanas que, debido a su talento, se convirtieron en muy reconocidas. Sin embargo, el destino les deparó los más absurdos e insólitos finales.
El primero de los casos es el del poeta cubano Julián del Casal, quien también fue conocido por pseudónimos como Alceste, Hernani y el Conde de Camor. Este hombre pasó a la historia como “el poeta triste que murió de risa”.
Casal fue el encargado de promover el movimiento Modernista entre la literatura de la Isla. Llegó a traducir los poemas escritos en prosa del escritor francés del siglo XIX Charles Baudelaire.
De su carácter se cuenta que era sentimental y melancólico, lo cual se le atribuye al desafortunado amor hacia una mujer que nunca se conoció y a la muerte de sus padres.
Julián fue invitado a una cena el día 21 de octubre de 1893. Luego que ésta terminara y producto a un chiste lanzado por alguien hiciera que estallara en una risa incontrolable, sufrió un ataque que terminó con su vida con tan solo 29 años.
Otro de los personajes que sufrió una muerte cuando menos peculiar fue Claudio José Domingo Brindis de Salas y Garrido, mejor conocido como el “Paganini negro”.
Desde que era apenas un niño comenzó a estudiar violín. Su primero concierto lo ofreció a la edad de 11 años y a éste asistió el destacado músico cubano Ignacio Cervantes.
En numerosas ocasiones fue elogiado y recibió condecoraciones de varios reyes de Europa con la Orden del Cristo del Rey de Portugal; la Cruz de Carlos III del Rey de España y la Cruz del Águila Negra del Emperador de Alemania. A su vez, el emperador Teutón lo honró con el título de barón. A pesar de su fama, la personalidad incontrolable que poseía lo hizo caer en decadencia hasta que se convirtió en un pobre tuberculoso.
Claudio José Domingo Brindis de Salas y Garrido muere el 2 de junio de 1911 en un hospital público de Argentina. En uno de sus bolsillos encontraron un pasaporte alemán en el cual se reflejaba que, en efecto, él era el “Caballero de Brindis, Barón de Salas”. Fue enterrado en una fosa común en el cementerio del Oeste.
El tercero de esta lista es José Jacinto Milanés, otro de los poetas que ha sido muy importante para la literatura cubana. Su obra El Conde de Alarcos le hizo merecedor del reconocimiento, al punto que muchas personas lo compararon el gran José María Heredia.
José tenía una prima llamada Isabel, de la que se llegó a enamorar perdidamente. Escribió un diario en el que reflejó todo su dolor hasta que por fin decidió confesarle su amor. Los padres de su prima se opusieran rotundamente a su petición, incluso su propia prima, quien en ese momento no era más que una niña.
Tanto afectó a José la negativa que se descompensó totalmente. Sus amigos intentaron animarlo y lo enviaron de viaje para que se tomara un tiempo. Sin embargo, al regresar comenzó a experimentar unas crisis terribles y lo tuvieron que aislar y colocarle guardias que lo vigilaran para que no fuese a tomar algún objeto con el que pudiera atentar contra su visa.
Su prima Isabel se casa al cabo del tiempo con el hijo de gobernador en Cuba, con el que se marchó a vivir a España. Isabel regresa a Cuba el día 4 de noviembre de 1863, justo el día en que muere José Jacinto Milanés, como si éste estuviera esperando a su regreso para morir.