En el año 1961, un grupo de sacerdotes cubanos y extranjeros fueron deportados de Cuba. Entre ellos, se encontraba obispo el Eduardo Boza Masdival.
Masdival había sido detenido el 12 de septiembre de ese mismo año, luego que tuviese lugar una multitudinaria manifestación frente a la iglesia de La Caridad. Mientras era trasladado hacía el muelle, centenares de personas lo acompañaron con aplausos y vítores.
El religioso permaneció en cubierta junto al resto de los sacerdotes y desde allí bendijo a la multitud al tiempo que el barco se alejaba lentamente de La Habana.
Los militares y policías que lo escoltaron hasta el barco los trataron de forma cortés, e incluso ayudaron a los sacerdotes de avanzada edad con sus maletas.
Con la deportación de aquellos 136 religiosos, tan solo quedaron unos 50 sacerdotes para hacerse cargo de las 60 iglesias que existían en La Habana en ese entonces.
Aquel golpe contra la influencia de la Iglesia se produjo a raíz de una manifestación en la que participaron unos 4 mil católicos, que se fue de control y terminó en un enfrentamiento con las fuerzas del Gobierno, dejando un saldo de más de 20 heridos y un joven muerto. Los manifestantes se habían plantado frente a la iglesia de La Caridad y repetían la consigna “Cuba sí, Rusia no”.
El grupo de religiosos deportados estuvo integrado por 60 sacerdotes españoles, 45 cubanos, cinco canadienses, un hondureño, un venezolano, un húngaro y por un italiano. Las autoridades, detuvieron a los sacerdotes en sus diferentes iglesias y los llevaron directamente al Covadonga, con destino a España.
Cáusticamente, Cuba, que fue uno de los primeros bastiones de la religión católica en América, cuenta con pocos feligreses católicos. Tan es así, que, según estadísticas actuales, solo el diez por ciento se dice seguidor de esa religión.
