Del mismo modo en que piensa Daniel Arencibia, quien a sus 83 años acostumbra a sentarse en el Paseo de Prado, para no pocos habaneros no había en la capital un mejor bar de tragos y tapas que el legendario Sloppy Joe´s.
“El Floridita siempre tuvo su pegada con su daiquirí, al igual que la Bodeguita del Medio y su mojito. Pero el Sloppy estaba a otro nivel”, recuerda Daniel.
Luego de ser nacionalizado en 1965 por la revolución de Fidel Castro, el icónico Sloppy Joe´s fue convertido en un almacén de tratos. Cuando comenzaron los procesos de restauración en el año 2010, el sitio era una verdadera ruina y hasta el piso de madera había colapsado.
Su gigantesca de barra de caoba negra, de 18 metros de largo, que alguna vez fue considerada como la más amplia de América, estaba destruida por completo.
Cuando el sitio reabrió sus puertas, Daniel no se lo pensó mucho y enfiló sus pasos para una vez más sentarse en un bar que tantos recuerdos le traía.
“Me senté en la barra y me puse a mirar un documental de La Habana de los años 50. Menuda sorpresa me llevé al mirar la carta y ver los precios de los tragos y comestibles. Sesenta años atrás uno tomaba un doble de Bacardí y se comía un emparedado de carne con un solo peso”, cuenta Daniel mientras frunce el ceño.
Como todo lo que medianamente funciona relativamente bien en la Cuba actual, el Sloppy Joe´s ofrece sus servicios en divisa. Con los 200 y pico de pesos que percibe mensualmente Daniel mediante su modesta chequera, tan solo le alcanzaría para un par de tragos del ron más barato y si acaso para algún minúsculo bocadillo.
“El Sloppy era un sitio de obligatoria visita para los norteamericanos que ponían un pie en La Habana. Por allí pasaron numerosas celebridades. Yo vivía muy cerca del bar y vi a Ava Gardner, Ernest Hemingway, Nat King Cole, Frank Sinatra y Ted Williams, jonronero del Boston”, recuerda Daniel.”
En las fotos que cuelgan actualmente en las paredes del Sloppy se puede apreciar claramente que el ambiente de antaño era bien distinto. Los hombres y mujeres lo visitaban vistiendo ropa elegante, pero ahora todo es distinto.
Al entrar al bar resulta una constante el ver a turistas de los más disimiles países que piden tragos de la casa, pero su vestimenta no es mucho más elegante que un short y un par de sandalias.
Los precios no son altos para los extranjeros. Lo más caro son los mariscos: entre 7 y 8 CUC (8 y 9 dólares) el plato. Hay una variedad de tragos entre 2 y 5 pesos convertibles (3 y 6 dólares). Ya para un cubano de a pie, como el anciano Arencibia, los precios son prohibitivos.
El Sloppy fue fundado en 1918 por el inmigrante gallego José Abeal Otero. Con el paso del tiempo, el sitio llegó a convertirse en una referencia para los estadounidenses que visitaban La Habana.
“En mis tiempos el bar no tenía aire acondicionado como ahora. Por el portón de la esquina entraba una brisa que daba hasta sueño. Recuerdo que nuestros padres nos traían a tomar refresco y helados mientras ellos se ponían a conversar mientras se bebían una cerveza o se daban un traguito”, rememora Arencibia.
En una ocasión, el Sloppy fue testigo de una pelea entre el actor Errol Flynn y un fan que quiso averiguar por si mismo si era cierto que este tenía la misma pegada que en Gentleman Jim, una cinta en la que Flynn encarnó a un boxeador.
El actor visitaba tanto el bar que, el dueño del Sloppy apenado por la situación, creó un trago en su honor. Es un coctel a base de hielo, vodka y jugo de tomate adornado con apio.
El trago aún se sirve y no está nada mal. Sin embargo, si de buen gusto se trata, nada se compara con el doble de ron Santiago o Caney, lo mismo al strike o con hielo. Si alguien desea comprobarlo, que se dé una vueltecita por el remozado Sloppy Joe’s.