Finalmente llegó el día. Desde horas de la mañana, el matrimonio de Maritza y Rogelio, se encontraban activos para asegurar todos los detalles de la celebración de la fiesta de 15 de su única hija Yailén.
Con los nervios de punta dan carreras por toda La Habana. En el móvil tienen anotado todos los pendientes. Ver al hombre de los cakes a ver si lo tiene todo según lo acordado, llamar al fotógrafo para que no se le vaya a pasar la hora e incluso ultimar detalles con un locutor de la televisión, que fungirá como maestro de ceremonia.
La historia comenzó desde hace casi una década, cuando con una paciencia de record Guinness, la pareja empezó a guardar en una cajita de cartón, parte del dinero que le enviaban sus parientes del otro lado de la orilla.
“Durante años nos hemos estado privando de muchas cosas para ahorrar el dinero. Nunca perdimos la perspectiva que todo era por darle lo mejor del mundo a nuestra hija ese día. El esfuerzo ha valido la pena. Nos salió aplicada y estudiosa. Ella se merece todo lo que hemos hecho y mucho más”, expresa su padre a tan solo unas pocas horas de que su hija celebre sus 15 primaveras.
En Cuba es una tradición que a las adolescentes les celebren una fiesta por todo lo alto cuando cumplen 15 años. Coreografías de baile con trajes, largas sesiones de fotos, videos y regalos, son solo algunos de los puntos que no faltan en este tipo de fechas. Los menos pudientes también celebran esta fecha, aunque de manera mucho menos fastuosa.
Con motivo de esta tradición, alrededor de las quinceañeras, gira todo un gran negocio, especialmente en la capital cubana. Por arribita… La pareja de Maritza y Rogelio tuvo que desembolsillar casi 200 CUC por dos álbumes de fotos y CD con efectos especiales. 100 CUC por el alquiler de varios vestidos para cambiarse durante las diferentes sesiones de fotos en las más variadas locaciones. El local para celebrar la fiesta costó 180 CU por seis horas de disfrute. Sume, además, el puntillazo final que fue el ron, las cervezas y el buffet en general, en lo cual se fueron casi 800 CUC.
Como si eso fuera poco, una semana antes del gran día, a Yailén le compraron tres mudas de ropa y zapatos y se fueron a pasarse un fin de semana en un hotel en Varadero.
El gasto no terminó ahí: el coreógrafo salió e 60 CUC, el conductor en 100 CUC y, la pequeña flotilla de autos y minibuses para trasladar a los invitados, se montó en casi 200 CUC.
“Casi no puedo creer que es momento de pasar una raya imaginaria y comenzar a sacar nuevas cuentas. Entre una cosa y otra se nos han ido casi 4000 CUC, todo el dinero que llevábamos ahorrando hace casi 10 años”, dice el padre con una sonrisa en el rostro, al tiempo que se da un trago de ron Havana Club.
Como puede apreciarse, no son muchos en Cuba los que pueden tirar la casa por la ventana como lo hizo el matrimonio de Maritza y Rogelio. Sin embargo, con tal de que la jovencita de la casa pase su día lo mejor posible, hasta los más pobres arañan la tierra para buscar el dinero o si no, lo piden prestado, aunque se endeuden a lo grande.
Al día siguiente de la fiesta, sin un peso en cartera, es cuando realmente empieza lo bueno. Algunos, como Maritza y Rogelio que tienen una filosofía muy particular, solo piensan en la felicidad que le dieron a su hija y que, “mañana será otro día”.