En el Malecón de La Habana se alza una de las edificaciones más peculiares de Cuba, con un estilo brutalista y que rompe con toda la estética de su entorno, su nombre: Edificio Girón. Hoy la destrucción y el abandono se adueñan de sus escaleras, de sus paredes y de los dos bloques de 17 pisos de apartamentos.
Esta mole nació de la genialidad del arquitecto cubano Antonio Quintana, quien logró que por primera vez en Cuba se utilizara el sistema de Moldes Deslizantes en viviendas de altura.
El edificio está compuesto por dos torres de 17 plantas articuladas por un núcleo de ascensores unidos a las escaleras por largos tubos de circulación horizontal, pequeños closets chapados que sobresalen en la fachada atenuando el efecto de gran pantalla en las torres.
El Girón es único en muchos aspectos: fue la primera construcción que se hizo en Cuba de este modelo. Los grandes paramentos verticales tendrían la función de tímpanos estructurales y a su vez sostienen unas losas que con un sistema de postensado y armadas con acero de alto límite elástico son ancladas a los tímpanos salvando grandes luces y evitando de esta forma el empleo de vigas.
Corroído por la sal, el hierro estructural oxidado por todas partes, su esqueleto de hormigón parece ceder al tiempo. Los ascensores están fuera de servicio desde hace siglos, las escaleras carecen de balaustrada y escalones. Los dos bloques están conectados por largos pasillos claustrofóbicos, constantemente barridos por la brisa, que abarcan el increíble paseo marítimo a través de largas troneras dignas de un búnker.
La vida brota sarcásticamente de este sueño modernista convertido en pesadilla: ancianas cargando bolsas de la compra por las escaleras, culturistas haciendo ejercicio en los pasillos, niños jugando alegremente por todas partes.
Filtraciones, agrietamiento en las paredes y estructuras principales, fallas eléctricas y de los ascensores, falta de agua o de mecanismos eficientes para el bombeo, se fueron agregando a la lista de asuntos pendientes que hoy, empeorados, amenazan con llegar a un punto donde la demolición sería el único recurso para evitar una tragedia.