Los cubanos en Miami también sienten nostalgia por los rusos

Redacción

Los cubanos en Miami también sienten nostalgia por los rusos

Durante décadas, mientras duró la estrecha alianza entre Cuba y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) en la Isla la “carne rusa” formó parte de la dieta de millones de sus pobladores. Algunos la recuerdan con recelo, ya que era un menú repetitivo en escuelas al campo becas, zafras y todo tipo de movilizaciones. Sin embargo, no son pocos los que darían cualquier cosa en estos momentos por empatarse al menos con lata de aquella carne rusa.

“Primero estaba botada por todas partes, pero luego se convirtió en un lujo. En los 90 ya ni había ni carne ni rusos”, recuerda Pedro, un cubano que llegó a Miami en el 2001, y que un día descubrió un mercado de productos en el noroeste de Miami en el que se vendían latas de productos rusos y europeos.

Pedro llegó incluso a mandar una lata a su hermano en Cuba, quien se paseó con ella por todo el barrio como si se tratase de un trofeo.

La “carne rusa” formó parte de la dieta de millones de cubanos durante las décadas en que la isla

Este tipo de productos no son baratos en Miami, ya que una lata de carne rusa puede costar unos 10 dólares fácilmente.

Christopher Hlubb, presidente de presidente de Marky’s Gruop, cuyo mercado en el Biscayne Boulevard y la calle 79 se dedica a la venta de productos de este tipo, asegura que la carne en lata tiene una gran venta.

Aracelis Marcos llegó a Estados Unidos hace más de 15 años y desde que encontró este mercado, lo visita cada mes para comprar la inolvidable “carne rusa”.

“No sé si sea porque la comía mucho en Cuba, pero lo cierto es que me gusta y me da nostalgia. Descubrí este sitio hace algunos años y vengo todos los meses a comprar carne, perfume Moscú Rojo, y el bálsamo de Shostakovsky”, un ungüento con efectos antiinflamatorios y bactericidas que se utilizó mucho en Cuba para el tratamiento de las úlceras.

Pero estos productos no son baratos. En Miami, una lata de carne rusa cuesta $10.

Cubanos que estudiaron y trabajaron en la antigua Unión Soviética visitan con frecuencia esta tienda.

Armando Portela, comenzó a realizar viajes a Moscú en los 80. Primero trabajó en una compañía satelital soviética y, luego, en la confección del Atlas de Cuba, uno de sus mayores orgullos.

“En el año 1991 fui de nuevo y no regresé nunca más. Viajé con la idea de volver, pero me cogió el día en que [Mijail] Gorbachov anunció que desaparecía la URSS. Salí a la calle a conversar con las personas pero a nadie parecía importarle lo que estaba pasando. Una vendedora ambulante me dijo que lo que realmente le importaba era conseguir la comida”, recuerda.

Precisamente los hábitos alimenticios adquiridos en ese país, o los formados con los productos procedentes de la URSS,  son los que hacen que muchos cubanos visiten este tipo de tiendas.

“Esa fue la forma en que nos criamos. Todo era soviético. Nada tiene que ver la política con la cultura culinaria”, considera Aracelis, quien dice que quienes compran en estos sitios muchas veces son incomprendidos y hasta criticados.

Cubanos que estudiaron y trabajaron en la antigua Unión Soviética son también asiduos clientes de la tienda.

“No considero que deba juzgar a quienes compren una lata de carne rusa. Los que se fueron antes de la sovietización del país no tienen por qué entender como era ser criado con el prisma soviético”, señala Jacqueline Loss, profesora de Español de la Universidad de Connecticut.

En diversos sitios de internet donde se debaten estos temas, algunos internautas ven en esto como un intento de «sovietización» de Estados Unidos. Las raíces de este fenómeno, no obstante, tienen más que ver con hondos procesos culturales que con una conspiración política.