Sin lugar a dudas, una de las telenovelas de factura nacional que más popular a ha sido en la Isla es Sol de Batey. Originalmente se trató de una novela para radio y quizás el gran éxito que tuvo fue lo que motivó a que en el año 1985 fuese elegida para llevarla a la televisión.
En el rol protagónico estuvo Susana Pérez con su inolvidable personaje de Niña Charito. Armando Tomey, por su parte, se estrenaba al personificar a Antonio Fresneda, el galán que conquistaba su corazón. A su vez, la villana Doña Teresa contó con la magistral actuación de Verónica Lynn.
Otra de las que encarnó un personaje memorable fue Luisa María Jiménez, quien desde ese entonces para los cubanos ha sido la Tojosa, como el nombre la esclava que interpretó.
También se recuerdan mucho las actuaciones de Ramoncito Veloz como secuaz de Doña Teresa y de Idelfonso Tamayo como el esclavo Liberato.
La Niña Charito, hija de un poderoso hacendado, queda huérfana y se ve obligada a convivir con su tía, una mujer que tiene el corazón lleno de odio hacia la difunta madre de Charito y hacia su propia sobrina.
Al tiempo que transcurren los dilemas de Charito, quien es obligada por su tía a casarse en contra de su voluntad, se van tejiendo otras historias que no dejan de ser interesantes y que incluyen una exquisita recreación del ambiente esclavista decimonónico cubano.
Debido al costo que supone una producción de este tipo, el siglo XIX cubano ha dejado de ser representado del modo preferido por los isleños: las telenovelas.
Si bien es cierto que se ha heredado un rico patrimonio cultural, los recursos para invertir en vestuario y ambientación parecen estar muy por encima de lo que los presupuestos para este tipo de trabajos pueden permitirse.
La telenovela Sol de Batey contó con mucha aceptación en Cuba, al punto que no pocos críticos la reconocen como una de las mejores producciones de la televisión cubana de todos los tiempos.