Corrían los años 50 en Cuba cuando al mencionar grandes fortunas, uno de los primeros nombres que venían a la mente eran: Julio Lobo, el magnate azucarero, y el de Sarrá, famoso por su droguería, pero más famoso aun por su carácter de magnate inmobiliario.
La famosa Droguería Sarrá no solo llegó a ser la más grande de Cuba y de Latinoamérica, sino que fue también la segunda del mundo tras la norteamericana “Jhonson”. Y por eso es más conocido, aunque su historia es muy curiosa.
Los catalanes José Sarrá, y su tío, ambos boticarios, llegaron a Cuba a mediados del siglo XIX para intentar abrirse camino en el mundo de los negocios. En 1885, en Cuba existían más de 65 farmacias que operaban tanto con patentes nacionales como foráneas, pero al cabo de pocos años, la fundada por ellos llegó a ser la más importante.
Todo comenzó cuando crearon en la calle Teniente Rey, no. 41, la farmacia La Reunión, con la meta de agrupar en un mismo sitio las farmacias homeopática y alopática. Al poco tiempo, se hicieron con ese inmueble y con varios otros de las inmediaciones para sus almacenes.
Tras fallecer don José Sarrá y Catalá en la ciudad de Barcelona, el 10 de diciembre de 1877, queda al frente del negocio su sobrino José Sarrá y Valldejuli, y llevó a tal importancia el negocio que en 1881 Alfonso XII de España le concedió al Dr. José Sarrá el título honorífico de “Farmacéutico y Droguero de la Real Casa”.
En 1882, Sarrá adquiere otras casas aledañas al número 41 de Teniente Rey por la calle Compostela, a los cuales se le realizan grandes remodelaciones estructurales para convertirlos en oficinas, producción de medicamentos, remodelación de la droguería y otras obras.
Ya en el año 1886, La Reunión figuraba entre las farmacias más prestigiosas de La Habana, llegando a considerarse incluso a principios del siglo XX como la segunda en importancia en el mundo y la primera en Cuba.
Pero en 1898 muere en Barcelona José Sarrá y Valldejuly en 1899 Celia Hernández, viuda de Sarrá, y Ernesto Sarrá forman la sociedad mercantil Viuda de Sarrá e Hijo.
Es precisamente esta tercera generación de propietarios, con Ernesto Sarrá Hernández a la cabeza, la que en las primeras décadas del siglo XX transforma el prestigioso negocio en uno de los emporios más importantes de Cuba.
En 1912, Ernesto Sarrá adquiere varias casas que junto a los edificios ya existentes, hacen que el complejo farmacéutico abarcara 18 inmuebles para un total de trece mil metros cuadrados y es reinaugurada en 1914. Poco tiempo después llegó a tener 46 edificios, 600 empleados y más de medio millar de productos.
Varios edificios emblemáticos son obra de Sarrá, uno de ellos la actual Embajada de España situada en uno de los extremos del Malecón habanero, muy cerca de la Fortaleza de San Salvador de la Punta y del Monumento a Máximo Gómez, el llamado palacio Velasco-Sarrá, y que es la única delegación diplomática en Cuba ubicada en La Habana Vieja; otra es el emblemático edificio sito en 23 y 12 en el Vedado y que al bordo del derrumbe está siendo reparado, así como su residencia, ocupada actualmente por el Ministerio de Cultura, es la espectacular mansión enclavada en la calle 2 esquina a 13 en el Vedado y que ocupa toda la manzana.
Salvo el Palacio Velasco-Sarrá, el resto han sido víctimas de la negligencia, el descuido, y la indolencia de los que pueden hacer algo pero no les interesa el perder parte de nuestra historia.