El 7 de noviembre del año 1953, justo en la intersección del Paseo del Prado con la Calle Ánimas, en la capital cubana, tuvo lugar un peculiar suceso que ha quedado para la historia entre los habaneros.
Cuando estaba a punto de esconderse el sol, una mujer que era conocida como Miss Burbujas, se bajó de un taxi y comenzó a caminar con mucha naturalidad frente al concurrido lugar. Aquello no hubiese tenido mucha importancia de no ser porque, la Miss Burbujas, solo se encontraba vistiendo un monobiquini y una capa de nailon totalmente transparente.
Al momento el lugar se llenó de curiosos, entre los cuales no faltó quien le gritase: ¡Desvergonzada! ¡Qué descaro! y otros, con mentalidad más joven, se deshacían en piropos. ¡Bárbara! ¡Sabrosa! ¡Ave Maríaaaaa!…
Según se dice, desde un bar de las inmediaciones se comenzó a escuchar el cha-cha-chá, “La Engañadora” y Miss Burbujas no se lo pensó dos veces y comenzó a bailar al compás de la música. Algunos comentaron que todo parecía como si estuviera arreglado, pero lo cierto es que nunca llegó a saberse con claridad a que vino todo aquello.
Cuando llegó al Parque Central ya venía tras ella coletazos de autos y piropos de los que la veían. En ese momento aparece el fotorreportero, Rubén González, trabajador del diario “Información” quien fue el autor de esas fotografías que aunque no son de buena calidad, son una ilustración de ese acontecimiento.
Por el alboroto que causó se le acercó un agente del orden para preguntarle que hacia vestida así por la calle. La mujer con su pícara sonrisa le respondió: «Yo solo quería demostrar que no soy La Engañadora». El oficial la llevó a la estación de policía.
Cuentan que por tan extraño acontecimiento obtuvo una multa de 200 pesos, aunque otras fuentes aseguran que fue menos, unos 50 pesos. Sin embargo, eso da “igual” ya que el “Performance” de Miss Burbujas logró el objetivo principal ayudada por las fotografías del reportero que generaron la atención mediática de la isla.
Este curioso paseo lo protagonizó Virginia Martha Lachima, una bailarina norteamericana conocida en el mundo del burlesco como “Miss Burbujas”, quien por esos días debutaría en el Cabaret del Hotel Sevilla Biltmore, propiedad del mafioso ítalo-cubano era dueño, Amletto Batisti, uno de los “capos” del juego en La Habana.