El Partido Comunista de Cuba (PCC), evidentemente, no reúne ni representa a la mayoría de la población de la isla, sino a los interesados en hacer política afín al Gobierno regente.
Ya hace muchísimo tiempo que en Cuba la política no se mide en cuestiones de Izquierda o Derecha, sino en tribus, clanes, gremios. Y la diferencia solo la hace el poder. ¿Quién lo tiene como forma de gobierno y quién no?
Justamente cuando el Ministerio de Comercio Interior (MINCIN) de Cuba anunció que el país no cuenta con materias primas suficientes para imprimir las libretas de abastecimiento correspondientes al venidero 2022, el mundo está presenciando el desmoronamiento de esta sociedad (dado que el régimen está dejando que su símbolo político y económico más intemperante caiga en desgracia).
Mientras, el ministro de Economía, Alejandro Gil, ha insistido en que la severísima crisis económica que su Tarea Ordenamiento ha agudizado en el último año, ha sido resultado de la acción inescrupulosa de la propia población y de sus delincuentes, además del bloqueo estadounidense; nunca del Gobierno y de su incapacidad e imbecilidad crónica.
Sin tener en cuenta la hiperinflación que la gestión estatal ha causado para el país en este terminante 2021, la absurda «continuidad» que tanto pregona el presidente Miguel Díaz-Canel solo intenta mantener dinámico a un país que goza de una inmortalidad inorgánica, recordando lo que era estar vivo y ser funcional (con un respaldo popular inquebrantable) y temiendo por su subsistencia a toda costa.
Todas las instancias que se benefician directamente de apoyar al régimen cubano (como los empleados de los sectores político-militares del país) siente terror al pensar qué pasaría si el Gobierno castrista fuera derrocado de una vez, pues casi todas las probabilidades apuntan a que los grupos más vulnerables que se rebelen terminarán dando fin a su estilo de vida.
Por su parte, la oposición también se hace con las estrategias más absurdas, sensacionalistas y deshonestas posibles para manipular a un pueblo que no necesita ningún convencimiento para ver la realidad como es.
Con base en los logros de Nelson Mandela durante las negociaciones con las autoridades gubernamentales sudafricanas, Cuba y el mundo deben aprender sobre la importancia de la convivencia y de dejar de lado las diferencias y los divisionismos.