Jorge Luis González Reyes, uno de los cubanos expulsados violentamente la semana pasada de Grecia, contó cómo fue su amarga experiencia, la que compartió de cerca con otro nacional que quedó totalmente magullado por las golpizas que le propinaron los agentes del orden griegos. Denunciaron la falta de asistencia por parte de la embajada cubana en Turquía y aseguraron que no permitirán su deportación a la isla.
Estos 2 migrantes se encuentran varados en Turquía junto a otros 2 isleños, sin documentación y sin medios para mantenerse, siendo solo asistidos por la comunidad de cubanos residentes en ese país. Explicó que su situación no es más que el resultado de una larga travesía migratoria que han emprendido por varios países de Europa del Este, «con destino final Macedonia-Grecia». Esta involucró a Rusia, Rostov, Serbia y demás territorios hasta dar con Grecia.
González grabó un vídeo donde se ve a la Policía de Grecia practicando brutales actos de violencia contra los migrantes, por lo que aseguró tener por su vida si las fuerzas policiales de ese país se enteran sobre el material.
Alegó que ahora su objetivo está puesto en España, pues es donde tiene más posibilidades de obtener la residencia legal.
Relató que al llegar a Grecia, enseguida les quitaron sus documentos y los llevaron a una estación de Policía a pasar la noche. Entonces los subieron a un vehículo que los trasladó más allá de la frontera, donde los desnudaron y los despojaron de todas sus pertenencias.
Contó que los 15 o 20 bandidos-policías, apoyados evidentemente por las fuerzas oficiales, llevaban pasamontañas y los golpeaban con palos y tubos para que los inmigrantes prometieran nunca volver a su país.
González narró que los forzaron a recoger sus ropas para arrojarlas a un río próximo, y entonces los montaron en balsas para dejarlos por su cuenta en la otra orilla del río.
Aseguró que pudo comunicar con unos compañeros cubanos que acudieron a la embajada cubana y fueron inmediatamente repatriados hacia la isla, además de que esto no tiene sentido porque la entidad se desentiende de las atrocidades que sufrieron.