Donelys Suárez es una tripulante de la embarcación con 13 balseros cubanos que llegó el jueves a las costas de Cayo Marathon (al sur de Florida), la que podrá defender su solicitud de asilo político en los próximos meses. El grupo fue liberado del centro de detención de Krome en la madrugada del viernes.
La cubana de 23 años partió junto al resto de la delegación desde las costas de Matanzas (provincia al este de La Habana), la que tardó 4 días en alcanzar la Florida.
La joven confesó no arrepentirse de los peligros que corrió tras decidir emigrar de su país por una vía tan riesgosa, pues alcanzó llegar a Estados Unidos con vida y en buenas condiciones de salud, y se le ha permitido residir transitoriamente en ese país hasta que su caso se resulta.
Aseguró que la situación actual en Cuba es muy precaria y que las posibilidades laborales, de vida y de futuro para los jóvenes han desaparecido. Alegó que las nuevas generaciones se han quedado sin motivaciones para quedarse.
Suárez afirmó que aunque fue extremadamente difícil huir de la isla, de seguro lo volvería a hacer, pues le «daba miedo quedar(se) en Cuba. (…) Lo peor es quedarse en un país sin oportunidades».
Contó que sintió mucho miedo al ver a sus compañeros de travesía con tal malestar por las muchas horas en alta mar, con fuertes con náuseas y padecimientos vagales.
Pese a que un altísimo porcentaje de balseros cubanos interceptados por las autoridades norteamericanas son deportados de vuelta a la isla de forma automática, han sido varios los que en los últimos meses han logrado pasar las entrevistas de miedo creíble, requisito que demanda el Gobierno de Estados Unidos para dejar a cubanos obtener la residencia permanente en su país.
Sin embargo, la liberación de este grupo tuvo que ver con un brote de COVID-19 en el Krome Detention Center.
Ernesto Urgellés fue uno de los migrantes que venció exitosamente la prueba de miedo creíble a inicios del mes de agosto, quien era oficial de policía en la isla y fue interceptado por la Guardia Costera estadounidense y repatriado a Cuba pocos días después. Se está quedando en la base naval de Guantánamo hasta que su petición de asilo se resuelva. Mientras, no puede entrar en Estados Unidos y tiene la posibilidad de permanecer también en un tercer país.
Julio César Capote es otro balsero que logró iniciar su proceso de asilo en suelo estadounidense un mes después. El hombre pasó 10 días en el mar y fue encontrado por los guardacostas al sur de Florida casi muerto. Fue hospitalizado inmediatamente.
El abogado de Inmigración miamense Willy Alllen ha asegurado que Capote puede aún obtener un «parole» si la oficia de Aduana se lo concede, y podría entonces acogerse a la Ley de Ajuste Cubano al año y un día de recibirlo.