Si usted a alguien en Cuba le pregunta por Dionisio de Jesús Valdés Rodríguez es posible que abra los ojos y se quedé mirándole bota´o, pero si en cambio menciona simplemente Chucho Valdés, ya la cosa cambia y 9 de cada 10 cubanos seguro lo reconoce.
Considerado uno de los mejores pianistas del mundo y el rostro del jazz en la Isla, nació con el piano corriéndole por las venas, pues su padre, el también pianista Bebo Valdés, desde muy pequeño descubrió el talento que tenía y con solo 14 años ya formaba parte de la orquesta Sabor de Cuba.
Sin cumplir 20 años ya era un afamado pianista, y decidió que su camino estaría siempre ligado al jazz.
A inicio de los años 60 del pasado siglo formó parte de la orquesta del Teatro Musical de La Habana, donde bebió de otros grandes como él, entre los que estaban Leo Brouwer, Federico Smith y Alberto Alonso, para luego integrar la famosa Orquesta Cubana de Música Moderna.
En 1970 debuta con el mismo en el Festival Internacional de Jazz Jamboree en Polonia, convirtiéndose en el primer grupo cubano que participó en un festival de este género en el extranjero, donde es felicitado por Dave Brubeck y ubicado Chucho, por primera vez, entre los cinco mejores pianistas del mundo junto a Bill Evans, Oscar Peterson, Herbie Hancock y Chick Corea.
Después vendría Irakere, fundado en 1973, un grupo que marcó una época en Cuba, y desde la que logró rescatar las raíces de lo mejor de la música cubana, pero dándole un toque único que los puso rápidamente en la preferencia de los bailadores en la Isla por su explosiva mezcla de jazz, rock, clasicismo y música tradicional, un sonido que revolucionó la música latina.
Su calidad interpretativa ha sido reconocida internacionalmente con el otorgamiento de la condición de Doctor Honoris Causa por la Universidad de Victoria de Canadá, y por la de La Habana y las llaves de las ciudades de San Francisco, Los Ángeles, Madison y Nevilly en Estados Unidos y la de Ponce en Puerto Rico.
Maestro en todos los géneros, tanto jazz, música clásica y música popular bailable, ha impartido conferencias magistrales en la Universidad de Banff en Canadá, la Real Academia de Música de Londres, Centro de Altos Estudios de los Ángeles y San Francisco en el estado norteamericano de California.
Entre sus composiciones más famosas figuran Misa Negra, 1968; Contradanza (dedicada a María Cervantes), 1968; Cien años de juventud (danzón), 1979; Las Margaritas, 1981; Crisol of Havana con Roy Hargrove; Latin Jazz (obtuvo premio Grammy 1997); Homenaje a Peruchín, 1990, Live at village vanguard (obtuvo Grammy 2000). Mención especial merece la versión que hizo de la obra The Duke, originalmente escrita por Brubeck y dedicada a Duke Ellington.
Ganador de nueve premios Grammy: seis Grammy Awards y tres Grammy latinos y acreedor de muchos doctorados; fue proclamado en 2012 por el The New York Times como «el Decano del Jazz Latino» y tiene en su haber un promedio de 88 discos y más de 50 colaboraciones con otros proyectos discográficos.
Tanto es su talento frente al piano, que existen una colección exclusiva de estos instrumentos que lleva su nombre y se fabrican en Japón, los cuales tuvieron en cuenta el sonido del jazz latino para convertirlo en un piano «especial» para los que desarrollan este género musical.