Las autoridades mexicanas detectaron una red que cobra 22 mil dólares por persona por el traslado de migrantes irregulares procedentes de Cuba, Haití, Venezuela, África y Asia hacia México y Estados Unidos.
El peligroso Cártel de Sinaloa, de acuerdo con información divulgada por el periódico Vanguardia, incursionó en el tráfico humano durante el último año.
En aras de llegar a territorio norteamericano, la banda facilita el tránsito de los migrantes desde Colombia y Centroamérica en dirección a los pasos fronterizos en tierra azteca.
El capo del cártel, un ciudadano mexicano identificado con las iniciales J.H.C.A., según información de fuentes migratorias, policiales y antidroga, no tiene antecedentes penales en el país.
Las autoridades costarricenses, por su parte, han descrito al sujeto como un hombre cauteloso, que actúa con desconfianza y que demanda reglas clandestinas de seguridad que aprendió de su antiguo jefe, Ismael ‘El Mayo’ Zambada.
Un agente de las fuerzas de seguridad e investigación de Costa Rica precisó que “al igual que sucede con Zambada, este mexicano ni siquiera se atreve a hablar por teléfono por temor a que le graben su voz y lo puedan empezar a rastrear”.
Cuerpos policiales de Panamá y Costa Rica desarticularon, el pasado 21 de septiembre, una banda de contrabando de migrantes encabezada por el propio líder mexicano y por un individuo nicaragüense con residencia en Costa Rica que consiguió huir a su país de origen.
Con el título de Crepúsculo, el operativo culminó con el arresto de 42 hombres y mujeres que traficaron de forma ilícita con al menos 40 migrantes cubanos, haitianos y de otras naciones, a quienes cobraron “entre 14 mil y 22 mil dólares por persona” por trasladarlos hasta la frontera estadounidense, especialmente el cruce a través de la selva del Darién.
La operación conjunta también posibilitó ocupar equipos tecnológicos y 3n000 dólares en efectivo, una lancha y tres vehículos.
La autoridad migratoria de Costa Rica reveló en un comunicado que “cada miembro del grupo criminal se distribuía funciones de manera conjunta para lograr recibir a las personas desde territorio panameño y posteriormente ingresarlos, trasladarlos de forma clandestina a través de sitios en los que alojaban y ocultaban a las personas migrantes, quienes luego eran movilizadas por el territorio costarricense hasta llegar a la zona norte, para luego trasladarlas hacia territorio nicaragüense”.