El icónico y reconocido Hotel Habana Libre, ubicado en el corazón de la capital en el Vedado, tiene una historia peculiar. Originalmente, fue construido bajo otro nombre poco antes del triunfo de la Revolución. Inicialmente conocido como el Hotel Habana Hilton, siempre ostentó un ambiente elegante y en esa época, era uno de los más altos en toda la región.
A partir del triunfo de la Revolución, surgieron diferencias entre el propietario del hotel, el Sr. Hilton, y las autoridades del nuevo Gobierno. Esto llevó a que, a mediados de 1960, el lugar fuese expropiado y pasara a manos del Gobierno, adoptando entonces el nombre de Habana Libre.
Hoy en día, su esencia se mantiene intacta como una de las propiedades turísticas más emblemáticas del Vedado, aunque su administración está vinculada administrativamente con una compañía española. Además, según los expertos en la materia, este edificio es una joya arquitectónica y es frecuentado por una clientela diversa que acude a disfrutar de su servicio y ofertas.
Durante los años 2014-2015, entre la nación cubana y la norteamericana, bajo el mandato del demócrata Barack Obama, se observó una especie de «tregua». Entre los asuntos que se abordaron durante ese período, estuvo el tema de las indemnizaciones por las propiedades y viviendas que fueron expropiadas tras el triunfo de la Revolución en 1959. La familia de los antiguos dueños buscaba una compensación por la pérdida de sus propiedades.
Independientemente de quién sea el dueño actual o de las condiciones que presente, es un hecho conocido que sigue siendo una de las edificaciones más hermosas de la ciudad.
Por esta razón, es importante recordar su origen. Los primeros registros del hotel datan del año 1953, cuando se adquirió el terreno en el cual se construiría el edificio. El costo inicial de la construcción no superaba los 10 millones de pesos cubanos, obtenidos de la caja de pensiones de los trabajadores del sector gastronómico. Así comenzó a tomar forma el proyecto del hotel en la famosa esquina de 23 y L.
A medida que avanzaron los años y la construcción, el financiamiento aumentó hasta llegar a los 21 millones de pesos cubanos. La construcción del hotel comenzó 24 meses después de adquirido el terreno y se concluyó en 1958.
El dueño del hotel, el Sr. Hilton, había tenido un pasado político y había participado en la Primera Guerra Mundial. Después de incursionar en el mundo empresarial junto a su padre, logró destacar en el sector hotelero con el Hotel Dallas Hilton en 1925, lo que marcó el inicio de su éxito. Con el tiempo, fundó la Hilton Hotel Corporation en los años 40, estableciéndose como un exitoso empresario.
Con los años, mientras Hilton crecía como individuo y empresario, la isla emergía como un lugar prometedor para inversiones, tanto económicas como sociales. Hilton tenía sólidos contactos en la isla, incluyendo a altas autoridades gubernamentales. Esta época de glamour y lujo en las clases sociales más acomodadas propició el entorno perfecto para establecer un negocio altamente rentable.
Después de cerrar los tratos en La Habana, un equipo de arquitectos y profesionales de renombre se embarcó en el proyecto, buscando que fuera uno de los mejores del país.
Así fue cómo se erigió uno de los hoteles más impresionantes de La Habana. Con 21 pisos y más de 600 habitaciones, ostenta un mirador de cristal y otros elementos que lo convirtieron en una de las mejores instalaciones turísticas de la ciudad.
A lo largo de los años, ha sido hogar temporal de personalidades como Salvador Allende, Cantinflas (Mario Moreno) y Sara Montiel, entre otros. Además, alberga un casino y una piscina con elevador para eventos, junto con varios restaurantes elegantes, tiendas y servicios como peluquería y barbería, que son famosos en la capital caribeña. Sus espacios están decorados con exquisitas piezas de arte, orfebrería y cristalería de Murano, brindando a sus huéspedes una experiencia única.
En el año 1994, durante una crisis en el país, se decidieron modificaciones en las habitaciones y balcones del hotel, así como su mantenimiento y restauración. Obras como el mural de Amelia Peláez y la creación de Rita Longa enriquecieron su encanto. Esta institución, al igual que el Hotel Nacional, ha sido visitada por grandes personalidades internacionales, añadiendo a su legado histórico y cultural.