Diana Rosa Suárez es uno de los rostros más conocidos de la televisión cubana. Sus ojos brillosos, su sencillez y su entrega a la profesión la han convertido en una de las actrices más populares en Cuba. Su voz es casi inconfundible y por más de 30 años nos hizo reír en el programa radial Alegrías de Sobremesa. Hoy cumple 74 años y desde aquí queremos felicitarla.
Ella misma se describe como «una persona simple que ama mucho a su país». Dice que no pudiera vivir fuera de Cuba, y aunque ha viajado a muchos países, siempre esta ansiosa por regresar a su tierra.
Su parecido a la también Odaly Fuentes le abrió las puertas a la pequeña pantalla, donde la recordamos en telenovelas como El año que viene, Rosas a crédito; o series como Día y Noche, En silencio ha tenido que ser y espacios humorísticos inolvidables como Detrás de la Fachada, San Nicolás del Peladero, Donde hay hombres no hay fantasmas y Casos y cosas de casa. Sin embargo, sus inicios fueron en el teatro y con solo 15 años ingresó en la Escuela Municipal de Arte Dramático, en el 1961, cuando no imaginó siquiera que más tarde encarnaría grandes clásicos de la dramaturgia universal.
Su primer salario, de 50 pesos cubanos, fue como maquillista, pues cuando aún estudiaba en la Escuela de Arte Dramático su profesor de maquillaje la seleccionó como la mejor alumna y la enviaron a participar en un proyecto de teatro en la compañía La Edad de Oro.
Aunque muchos creen que fue modelo, la realidad es que durante el lanzamiento de la Reforma Agraria, en el primer año de la Revolución, comenzó a vender bonos para cooperar y fue del barrio habanero de Luyanó, donde nació, la que más papeletas logró vender y la coronaron Reina de la Reforma Agraria de Luyanó, pero no Reina del Carnaval como muchos pensaban.
Tras graduarse comenzó a hacer teatro en la Sala Idal, en la Arlequín, en el Payret, entre otros, donde compartió escena con grandes de ese momento. Allí el desaparecido Enrique Almirante le avisó de una convocatoria para la Novela de las Diez, donde estaban buscando una mujer que se pareciera a Odalys Fuentes, que iba a encarnar el papel de Cecilia Valdés. Al final logró quedarse con el personaje por su gran parecido y como se escribía el guión casi a diario le fueron enriqueciendo su participación y ese se convirtió en su primer gran papel en la pequeña pantalla.
También se le recuerda por sus personajes en el desaparecido Teatro ICRT, donde hizo obras como Helena de Troya, Un tranvía llamado deseo y varias de Shakespeare, Chéjov.
En el caso del espacio Aventuras igualmente figuró como estrella. De todos los personajes que ha interpretado la marcó especialmente el que encarnó en la aventura El Zorro y todavía muchos recuerdan los dúos que hacia con Julito Martínez, pues la lanzó a la popularidad.
Sin embargo, el personaje que más ha amado fue el de Fefita en la telenovela El año que viene, bajo la dirección del gran Héctor Quintero. Era un personaje tan bello, tan sencillo, una mujer que tenía muchos deseos de tener un hijo y nunca pudo. Al final Fefita se convierte en la Fefa de Contigo pan y cebolla, que es otro clásico del teatro cubano.
A pesar de esto, lleva una gran tristeza por dentro. Dice que su gran fue divorciarse tres veces y estar tanto tiempo sola pues ya no es capaz de adaptarse a un compañero.
«Me he vuelto muy majadera y me he acostumbrado a la soledad. No le tengo miedo, al contrario, me gusta. Pero, si a lo mejor hubiera perdonado a alguno, no estuviera sola», confesó hace pocas semanas en una entrevista.
Perdió a sus dos hijas, que es lo más duro que le puede pasar a una madre, además falleció hace algunos años su madre y su hermana, por lo que se ha quedado sola, con el apoyo familiar de sus dos nietos.
La artista ha recorrido muchas esferas del arte: ha sido cantante y presentadora, además de actriz. Prefiere la actuación; el canto nunca lo ha dominado, aunque he hecho dúos con Héctor Téllez y Manolo del Valle cuando trabajaba en Dos Gardenias, la casa del bolero de Cuba.
La actuación es su vida. Si le preguntas de no ser actriz, qué sería, se queda callada por unos segundos, ríe y con toda la seguridad recalca: “Hubiera sido actriz. No me concibo de otra manera…»