Uno de los históricos cabecillas de la Revolución Cubana y miembro saliente del Partido Comunista de Cuba (PCC), el Comandante José Ramón Machado Ventura, afirmó que la llamada ‘continuidad’, símbolo y slogan político indiscutible de la administración de Miguel Díaz-Canel, no significa continuar bajo los mismos patrones, sino seguir y perfeccionar el mismo paradigma y el mismo ideal desde nuevas y diferentes perspectivas y acciones.
En el acto de entrega y recepción de cargos de los miembros del Secretariado del Comité Central del PCC, Machado Ventura exhortó a las nuevas generaciones de ‘cuadros’ a no “ser más de lo mismo”.
Aunque el octogenario dirigente incitó a los nuevos miembros a no reproducir más de medio siglo de ortodoxia partidista, ningún presente aparentó sorpresa o malestar (algo increíble cuando la Revolución Cubana nunca se ha caracterizado por su mente abierta, su tolerancia hacia lo diferente y su novedad).
El que fuera Segundo Secretario del Comité Central sí resaltó que cuando se habla de ‘continuidad’, se habla de la que se da “desde el punto de vista de los principios”.
Díaz-Canel, consciente e interesado en las técnicas más innovadoras de tecnología y comunicaciones, supo desde antes de ser nombrado Presidente de la República que no podía valerse del legado y lealtad que había creado Fidel en el pueblo, por lo que generó sus propias estrategias mediático-comunicacionales para ganarse a la población cubana, y de ahí nació el hashtag ‘Somos Continuidad’ (el nuevo ‘Patria o Muerte’).
Acostumbrados a muchísimas barbaridades en lo político y en lo económico (como la intolerancia con la disidencia, la sacralización de la Revolución, la manipulación de la información, la utilización del miedo y de la represión, la violencia del totalitarismo, la improvisación y el accionar sin conocimiento alguno, sin rendir cuentas a nadie más que a Fidel, etc), los nuevos dirigentes no se podrán deshacer fácilmente de sus malos hábitos.
La mayor arma de la Revolución Cubana siempre ha sido la banalidad de su política, la efectividad de sus discursos en un pueblo casi completamente domado y dócil, convencido de las bondades de su sistema y fiel a su líder, pero los tiempos han cambiado y ya es mayoría la parte de la población que aborrece la politiquería barata y que se aburre con las mismas excusas de siempre.
Según Díaz-Canel, la ‘continuidad’ de la Revolución se logrará creando un Partido único más democrático, donde se de más participación y se trabaje más en colectivo.
No obstante, el mensaje que lanzó Machado Ventura, férreo defensor de la ortodoxia, resultó contradictorio con el carácter que se le ha conocido por más de 6 décadas.