La nueva crisis migratoria cubana constituye un fenómeno del cual se conocen bien sus causas, pero del que aún quedan muchas cuestiones incomprensibles.
El ex presidente Barack Obama derogó la política “Pies secos/pies mojados” el 12 de enero de 2017, la que estaba vigente desde el año 1995 (resultado de los acuerdos migratorios luego de la Crisis de los Balseros de 1994), que permitía a todos los ciudadanos cubanos obtener la residencia permanente legal en Estados Unidos con solo pisar suelo norteamericano.
Esa disposición propiciaba la “fuga de cerebros” y las constantes migraciones ilegales desde la isla, en las que miles de cubanos resultaban fallecidos.
Desde el 2017, los privilegios migratorios de los cubanos quedaron casi totalmente cancelados, cuando alrededor de 47.000 isleños llegaron exitosamente a Estados Unidos en el año fiscal 2015-2016.
La derogación de esa política frenó considerablemente la ola de balseros que se aventuraban a alcanzar las costas estadounidenses a través de peligrosas travesías marítimas; sin embargo, en los últimos meses, el flujo de viajes ha vuelto a resurgir con grandísima potencia.
En 2018 se interceptaron a 259 cubanos, en 2019 fueron 313, en 2020 (con el inicio de la pandemia del coronavirus) fueron solo 49, pero en el año fiscal 2021 ya van por 323 cubanos interceptados.
El flujo migratorio continúa acaparando la atención de numerosos medios de prensa internacionales. Una balsa que zozobró con 20 cubanos a bordo se hizo noticia recientemente. De ellos, el Servicio de Guardacostas norteamericanos sacó del agua 2 fallecidos, 8 rescatados y 10 fueron declarados desaparecidos luego de varios días de intensa búsqueda. Los rescatados fueron repatriados hacia la isla.
El aumento del éxodo ilegal por vía marítima, incluso cuando los cubanos ya no disponen del antiguo protocolo que los hacía privilegiados ante las autoridades migratorias estadounidenses (accediendo a la residencia permanente solo pisando tierras de dicha nación), evidencia que las personas prefieren asumir la incertidumbre de vivir bajo un estatus de indocumentados y aventarse al mar antes que afrontar el fracaso del sistema sociopolítico que lleva rigiendo Cuba hace más de sesenta años.
Mientras el Gobierno cubano continúa excusándose y alegando que los motivos de las constantes fugas de la isla radican en la vigencia de la Ley de Ajuste, en el embargo y en las “provocaciones” del Gobierno norteamericano, nada se reconoce sobre la profunda miseria que actualmente vive el país.