Muchos piensan que la más reciente ola de balseros cubanos adentrándose al mar para ver si, con suerte, llegan a las costa estadounidenses a salvo (sumándose a los miles de cubanos que se han incorporado a caravanas de migración por Centroamérica), forman parte de una nueva crisis migratoria en Cuba, la que quizás se puede comparar con el célebre éxodo del Mariel o el de 1994.
De por sí, el pueblo cubano se ha visto perdiendo gran número de habitantes exponencialmente durante décadas. Por supuesto, la primera ola migratoria en el país se dio entre 1959 y 1962, cuando todos los burgueses, propietarios de firmas y empresas, ejecutivos, entre otros, querían huir de la isla por contratariar al sistema político, económico y social que Fidel Castro estaba implantando.
Silvia Pedraza, reconocida socióloga, aseguró que las principales razones para el éxodo fueron las nuevas medidas de la Revolución, como la nacionalización de la industria estadounidense, la aplicación de la Ley de Reforma Agraria, y la cancelación de las relaciones diplomáticas y comerciales con Estados Unidos.
La oleada de embarcaciones que partieron desde el puerto matancero de Camarioca en 1965 hacia Miami, marcaron un nuevo precedente en el fenómeno de la emigración en el país.
En esa época también se pactó un puente aéreo entre Washington y La Habana, por lo que los Vuelos de la Libertad estuvieron transportando cubanos diariamente hasta 1974.
Entre 1965 y 1974, más de 250.000 cubanos salieron exitosamente de la isla, de acuerdo con cifras oficiales, debido a la ventaja que proveía el establecimiento del Programa de Refugiados Cubanos y de la Ley de Ajuste Cubano.
El éxodo más caótico hasta en momento sucedió en 1980, en el Mariel, cuando Castro (astutamente) se deshizo de la parte de la población descontenta con su gestión y su política, y aprovechó para librarse también de delincuentes y malhechores que no quería en sus dominios. Desde allí, lograron arribar a costas estadounidenses unos 125.000 cubanos.
El grandísimo descontento popular provocado por la terrible crisis económica en la que Cuba se vio sumergida una vez derrumbado el campo socialista a inicios de los años 90, causó el clímax de la emigración cubana en el verano de 1994, cuando la población se lanzó al mar en improvisadas embarcaciones. En esta, la crisis de los balseros, se contabilizaron unas 34.000 personas que lograron salir de la isla, pero no se conoce verdaderamente cuántos murieron en el viaje del Estrecho de ls Florida.
El acuerdo migratorio firmado entre Washington y La Habana por esa época logró el otorgamiento de 20.000 visas anuales y la implantación de la política ‘’de pies secos y pies mojados”.
Después comenzaron los conocidos “bombos”, el aumento de las reclamaciones, los “balseros terrestres” que atraviesan fronteras en vez de mar abierto, hasta que la administración Obama en pleno ejercicio de su poder derogó la política “Pies Secos, Pies Mojados” en 2017.
Actualmente, con la crisis económica de la isla, la represión en ascenso y la falta de libertades fundamentales, los cubanos se encuentran una vez más preguntándose si vale la pena quedarse, especialmente cuando la pandemia del coronavirus ha hecho que el mundo se plantee nuevas crisis existenciales, por lo que muchos cubanos ven la solución en la salida ilegal de la isla.
El arribo de Joe Biden al poder norteamericano ha fomentado la esperanza de la reactivación de programas que favorezcan el éxodo cubano, teniendo en cuenta que las grandes masas migratorias han llegado a Estados Unidos en administraciones demócratas.
Alrededor del 16% de los 71.021 solicitantes de asilo que esperaban en México eran cubanos, y casi 79.000 son los casos de inmigración abiertos en el Centro Nacional de Visas a la espera del funcionamiento de la embajada norteamericana en La Habana.
Ha habido un incremento del casi el 400% de balseros cubanos en lo que va del año fiscal de 2021, en comparación con el año anterior, lo que evidencia que aún hay esperanza, pero, desafortunadamente, los que se avientan lo hacen con los ojos vendados, sin saber siquiera si habrán concesiones por parte de ambos gobiernos.
Un proyecto de ley, que tiene el objetivo de sentar las bases de un nuevo programa de reunificación familiar de los cubanos, fue presentado por los congresistas de Florida Mario Díaz-Balart y María Elvira Salazar.
Biden podría reinstaurar el programa con una firma, y sin embargo no lo ha hecho. Por su parte, expertos dicen que se cocina en Cuba una nueva ola migratoria, alimentada por el descontento popular, la represión en aumento ejercida por Gobierno cubano, la escasez y la reducción de los vuelos y remesas desde el extranjero.