Jorge Luis Marrero Carbajal es un artista cubano que quedó estupefacto al atestiguar el nuevo monumento que se edificó en el extremo de la Tribuna Antimperialista José Martí de La Habana.
Marrero Carbajal se topó con el polémico engendro en la mañana del 6 de abril y se detuvo a observarlo e interpretarlo. Se trata de una ostentosa bandera cubana de hormigón armado, la que se piensa que mide unos 14 metros de altura, emplazada donde antes se hallaba el Monte de las Banderas.
La conocida explanada fue construida en el año 2000 frente a lo que era en ese momento la Oficina de Intereses de Estados Unidos en La Habana. Cuba se encontraba inmersa en la Batalla de Ideas en la que Fidel Castro tanto se enfrascó. El objetivo de esta tribuna siempre fue la aglomeración de miles de personas en las marchas de denuncia del conflicto sobre el niño Elián González.
Se compone por 4 arcos de acero, ordenados de mayor a menor, montados sobre dados de concreto de 2 metros de altura. Los 138 mástiles fueron colocados 6 años después, para asemejar un monte o un mar de banderas cubanas, aunque, en ocasiones especiales, se izan banderas negras con una estrella blanca.
Los mástiles fueron retirados hace poco para recibir mantenimiento y restauración, por lo que el criticado adefesio fue instalado en su lugar.
Marrero Carbajal, presuntamente, se detuvo a filmar el monumento por un breve tiempo y fue retenido por 2 mujeres policías cuando se incorporó a su trayecto, quienes le pidieron su identificación.
En realidad, él no grabó ni fotografió nada, pues no traía encima ningún equipo con el que pudiera hacerlo; simplemente, cruzó la calle para acercarse un poco más a la estructura y observarla mejor, y continuó después con su camino. ¿Pero y si sí lo hubiera hecho? ¿Y si hubiera cargado con un teléfono celular (como la gran mayoría de las personas) aunque no hubiera filmado nada?
De haber traído un móvil siquiera, hubiera terminado con una multa bajo cualquier acusación que se les hubiera ocurrido en el momento, o detenido en una estación de la Policía, siendo interrogado por el «trasfondo político de su acción».
Es probable que lo haya llamado en realidad la atención de los agentes de la policía hubiese sido que alguien haciendo uso de ese espacio, no la supuesta filmación. La Tribuna Antimperialista no sea un espacio accesible, en ningún sentido, debido al diseño del terreno y la instrumentalización política que hace de ella el Gobierno.
Escalones irregulares impiden cualquier aproximación de personas con movilidad reducida, deslumbramiento se genera a partir del uso del hormigón por todas partes, que provoca una sensación térmica superior a los 65 grados en el verano, por lo que el espacio no es inclusivo, ni funcional, ni amable hacia usuarios reales.
Jorge Luis pudo observar debido a su profesión de artista plástico, tras una confirmación de su argumento, pues es observar detenidamente los objetos de interés resulta una práctica necesaria.
Entre otros factores, las calles de la capital están medio vacías, ya sea por el virus, el toque de queda y la falta de turismo. De esta forma, el transeúnte puede resultar sospechoso fuera de la rutina cotidiana de buscar alimentos.
La Tribuna Antimperialista, aunque lo parezca, no constituye un espacio público: es incómodo, no ofrece una buena imagen y no se torna un sitio poco atractivo socialmente, cuyos guardianes no permiten ni tener encima un móvil pues se convierte en un objeto de delito.