Uno de los mejores ajedrecistas de la historia, el cubano José Raúl Capablanca, ganó el Campeonato Mundial de Ajedrez (celebrado en La Habana) cuando venció al alemán Emanuel Lasker el 21 de abril de 1921, y con el premio en metálico compró Villa Gloria, una bellísima mansión en el Reparto Buenavista. La bautizó en homenaje a la camagüeyana Gloria Simoni Betancourt (su prometida), con la que contrajo matrimonio el 29 de diciembre de ese año.
El propio Capablanca diseñó los aspectos estéticos más importantes de la quinta, abarrotada de árboles frutales. En lo alto del inmueble figuraba un mirador desde donde se podía apreciar la terraza, cuyas losas configuraban la posición final de su última partida ante Lasker.
Puesto que el Gran Maestro cubano murió de forma prematura con 53 años de edad (el 8 de marzo de 1942 en Nueva York), la hermosa finca se convirtió en la sede del culto a su persona, como una especie de museo o sitio de veneración al que acudir para apreciar la muestra de su brillante intelecto.
Pero esta gran mansión se fue dividiendo y ahora yace como una vecindad para 5 familias residentes: 4 en la planta baja y un señor mayor en la planta alta; todo en un estado constructivo deplorable. Ya no queda nada o casi nada de su antigua magnificencia, e incluso las losas de la terraza, lo que tan pulcramente Capablanca había ideado, fueron removidas.
Alberto, el solitario anciano que habita en el parte superior del edificio, aseguró que ya la grandiosa obra de arte no estaba.
El anciano concluyó afirmando que se mudó para la casa en el año 1972 y que ya en ese momento no había losas en la terraza. El mirador se derrumbó con el paso del tiempo y la falta de recursos para dar un apropiado mantenimiento, así como el resto de la casa. Recalcó que nadie le ha hecho caso cuando ha solicitado ayuda para arreglar el espacio.
Antonio Reyes Otaño, el vecino aledaño, vive en ese lugar desde 1950, cuando rentó la casa a Gloria, la exesposa de Capablanca, a la que le pagaba 45 pesos mensuales.
Todas las casas de la manzana eran de su propiedad y las rentaba, y ella vivía en el Hotel Presidente.
Señaló que Capablanca construyó Villa Gloria y todas las casas de la manzana, estas para rentar. Al parecer, cuando se divorció de Gloria la dejó asegurada a ella y a sus hijos para toda la vida, pero luego llegó la Reforma Urbana y Gloria perdió la propiedad de todas las casas, gracias a lo que él pasó a ser dueño de su casa.
Tony, como es conocido, mencionó que Gloria alquiló la villa a un colegio privado hasta el triunfo revolucionario, cuando el Gobierno emergente se la entregó a un doctor. Al morir este, la propiedad se dividió y rápidamente se convirtió en un solar.
Aún llegan personalidades y visitantes extranjeros a preguntar por la casa de Capablanca y los mosaicos de ajedrez. Él propuso que Villa Gloria se convierta en un museo y escuela de ajedrez, y que esto no debería tardarse mucho porque pronto no habrá nada de lo que fue la gloriosa residencia del más legendario de los ajedrecistas cubanos.