En su último día a la cabeza del Partido Comunista de Cuba (PCC), Raúl Castro, de 89 años, entregó el poder a una nueva generación de dirigentes, en un momento histórico tras 62 años de los hermanos Castro al frente del país, pero sin ningún cambio en la línea política.
“Entregamos la dirección del país a un grupo de dirigentes preparados, curtidos por décadas de experiencia” en la organización y “comprometidos con la ética y los principios de la Revolución y el socialismo”, dijo Raúl el pasado viernes, durante la apertura del octavo Congreso del PCC.
El presidente, Miguel Díaz-Canel, de 60 años, asumió este lunes el relevo como primer secretario del PCC, el máximo cargo en Cuba, una de las cinco naciones comunistas en el mundo, junto con China, Vietnam, Laos y Corea del Norte.
Sin embargo, la mayoría piensa que se trata realmente de una transición simbólica, en un país donde la mayoría sólo ha conocido a Fidel y Raúl Castro al frente del poder, pues no necesariamente supone un cambio en la línea política de Cuba.
El propio Díaz-Canel reconoció hoy en la mañana, tras asumir el mando del PCC, que las principales decisiones que se adopten en el país serán consultadas con Raúl y no serán aprobadas sin su consentimiento.
La salida del menor de los Castro vino acompañada de la jubilación de otros militares “históricos” que lucharon junto a él en la Sierra Maestra antes de 1959, incluido el segundo secretario, José Ramón Machado Ventura, de 90 años, y Ramiro Valdés, de 88 años.
“La existencia en Cuba de un único partido ha estado y estará siempre en el foco de las campañas del enemigo”, dijo Raúl en su discurso de despedida. “Esta unidad debe cuidarse con celo y jamás aceptar la división entre revolucionarios bajo falsos pretextos de mayor democracia”, añadió.