La distribución del poder político, económico y militar en Cuba estaba más que clara hasta que el paso del tiempo presionó demasiado e hizo que el fallecido Fidel Castro dejara de ocupar cargos en la dirección el país, luego de contar con el poder absoluto de la isla por muchas décadas. Ahora, a una semana de comenzar la cuenta regresiva hasta la retirada oficial de Raúl Castro del puesto de Primer Secretario del Partido Comunista (cargo de mayor poder del país), no se tiene claro quién verdaderamente liderará a Cuba a partir de ahora.
El anuncio oficial de jubilación de Raúl Castro en el venidero VIII Congreso del PCC (a ocurrir del 16 al 19 de abril) no tomó por sorpresa a nadie, pero sí trajo a la luz una serie de dudas sobre el futuro del país como lo conocemos, ahora que el último Castro piensa alejarse del timón. El propio Raúl fue el que declaró que pasaría el puesto de regente del único Partido político de Cuba al actual Presidente, Miguel Díaz-Canel.
El portavoz del oficialismo, Humberto López, explicó en televisión nacional este jueves que las generaciones nacidas luego del 59, asumirán importantes roles en este congreso.
Pero, por supuesto, para nadie ahora es secreto que el poder absoluto del país ya no es ni del Primer Secretario del Partido (como estipula la Constitución de la República) ni del Presidente, sino de los influyentes y altos funcionarios del conglomerado militar más grande de la isla, el Grupo de Administración Empresarial S.A (GAESA), dirigido por el general Luis Alberto Rodríguez López-Callejas.
Esta supremacía militar conforma una especie de mafia que mueve todos los hilos detrás de la cortina en el país y que no rinde cuentas a nadie.
Expertos han asegurado que Raúl Castro ha creído mucho más en el mando y en el poder militar cubano para dirigir el país que Fidel, por lo que ha dado alas a este sector desde comenzado su mandato en 2008.
La economía estatal que ha quedado funcionando responde a GAESA, la que tiene 322 empresas y que genera alrededor del 89% de las exportaciones, el 59% de las ganancias del sector turístico, el 24% de los ingresos de los servicios, el 60% de las transacciones de divisas y el 66% de las ventas en las monedas de valor internacional.
Varios medios de prensa independientes han denunciado en ocasiones anteriores que los hermanos Castro se aliaron con los hermanos Luis Alberto y Guillermo Faustino Rodríguez López-Callejas para burlar el embargo estadounidense desde hace 37 años, utilizando una amplia red de empresas fantasmas (muy bien camufladas, dicho sea de paso).
Han accionado a través de la empresa Acemex Management Company Limited, radicada en el paraíso fiscal de Liechtenstein desde 1984.
En el aparato visible del poder en Cuba, López-Callejas se mantiene con un bajo perfil, pese a haber acompañado a Díaz-Canel en su gira euroasiática de 2019.
A Díaz-Canel le fue otorgado el cargo de “presidente” por parte de Raúl Castro en 2018, propuesta que tuvo voto “unánime” en la Asamblea Nacional de Cuba. Esto significó que Castro lo dejara solo en las decisiones más decisivas, pues cuando se anunció el inicio de la Tarea Ordenamiento, ahí estaba Raúl, silencioso al lado de Díaz-Canel.
Díaz-Canel sostiene como eslogan de su mandato “Somos Continuidad”, marcando que seguiría lo que definieron sus precursores, pero el país no que necesita, en vez de continuidad, es “progreso, algo imposible sin los cambios estructurales”, entre los que se encuentran las libertades cívicas, políticas y económicas, a decir de Dimas Castellanos.
Roberto Álvarez Quiñones escribió que “el poder en Cuba lo tiene la mafia militar”, haciendo referencia a que poco importa quién sostenga el cartelito de primer secretario del PCC.
Un error, según palabras de Lucía Alfonso Mirabal, podría significar un revés en la “seguridad, tranquilidad y libertad de las familias de la élite, herederos fácticos del poder”.