Si de algo conoce el cubano, es de festejar. La idiosincrasia de esta isla lleva intrínseca una grandísima algarabía y constantes ansias por colmar cada minuto con un motivo de celebración, para poder sobrellevar el atareado y dificultoso día a día.
Carnavales, veranos, festivales, Revolución, fin de año, etc; los cubanos hasta importamos tradiciones y celebraciones para poder festejar más, y es que en Cuba y en La Habana la fiesta está garantizada.
Es algo tan arraigado en nuestras costumbres y en nuestra personalidad que aún cuando las autoridades nacionales exigieron que nadie se reuniera para lograr contener la pandemia de la COVID-19 en el territorio, el virus continuó expandiéndose, en buena parte, gracias a que los cubanos urgen de celebrar de cuando en vez.
En La Habana hay una fiesta para todo el mundo, en cada pliegue del panorama y en cada minuto del reloj. Música de todos los tipos, danza o asiento, trago o refresco, cigarro o abanico, un buen rinconcito para conversar; hay de todo.
Los jóvenes, tanto nacionales como foráneos, suelen buscar lugares «alternativos», escondidos, poco convencionales, fuera de lo comercial.
Muchos prefieren asistir a las proyectos de los DJs que se viralizan cada semana en las redes sociales. En estas fiestas es muy importante la capacidad del encargado de la propuesta musical de captar y reaccionar a la energía del público y la experimentación sonora. Da igual el estilo de la música, hay una fiesta de cada color y ritmo.
Las fiestas HAPE constituyen eventos muy populares en la ciudad desde hace años. El festejo hace alusión a la costumbre europea de beber un licor y comer una tapa después del trabajo, por lo que la denominación viene de «Habana aperitivo».
Su sello característico es la capacidad de trasladarse por toda la urbe y ser un evento totalmente incierto para el público hasta el último minuto. La organización siempre está en la caza de un espacio diferente e innovador, uno que cuente una narrativa completa y meticulosamente calculada, un ambiente holístico que abarca desde la música hasta la decoración.
Suelen darse un vez al mes, se promueven mediante las redes sociales y suelen cerrar por capacidad. Su música es tan ecléctica como su ambiente.
Como HAPE, Fiesta Única constituye otro de los proyectos que promociona la música underground en la capital, moviéndose por edificios abandonados, azoteas, en la playa, en el medio del campo, etc., aunque tiene un público más selecto por la música más clandestina que promueve, y no tiene una fecha prefijada.
También una vez al mes, el Rusty es un evento muy underground destinado a los más aficionados a la electrónica y el techno. Toma lugar en fábricas abandonadas, como la antigua Fábrica de Bicicletas en Línea y 18, o en una zona periférica como la que llaman El Tanque, en las proximidades de Regla.
Estas fiestas peculiares envuelven a los presentes en ambiente onírico, y la gente se mueve a su manera, sin prejuicios ni superioridades, hasta las 6:00 AM.
Entretanto, el aire alternativo cada vez tiene más adeptos y más sitios de reunión, por ende, surgen de entre las ruinas. La Guanábana Mecánica es un sitio de fiestas/galería de arte que rápidamente se posicionó entre los lugares más «chilling» de la ciudad. Ubicado en calle 35 entre Paseo y 2, constituye otro almacén o fábrica vetusta convertida en un local hit de estilo vintage para eventos bohemios y alternativos, con las descargas de distintos DJs amenizando las reuniones.
Por su parte, las fiestas Fomo in Havana gozaban de mucha popularidad antes de que la pandemia del COVID-19 llegara a la isla. El proyecto también convierte en una sorpresa la ubicación de la fiesta, que puede llegar a ser una casa con piscina en Siboney o un hermoso jardín de Nuevo Vedado. Los pre-tickets para el evento se venden de forma online mediante los contactos que aparecen en sus redes sociales. Pese a que la electrónica sea el eje de la propuesta musical, la idea es que lo fusionen con ritmos afrocubanos, de salsa, trap y reguetón.
Por suerte, el cubano ha desarrollado gustos musicales más actualizados, que rompen barreras geográficas, temporales y de convencionalismos, evidenciándose en otros proyectos menos clandestinos como Analógica, SARAO Night Club, Pausa’s Party y Under&Deep, que rotan entre bares y clubes citadinos.