La alarmante cifra de cubanos residentes fuera de la isla ronda los 3 millones (y se prevé que tienda a crecer, puesto que ya todos los jóvenes nacionales nacen y crecen con el anhelo de emigrar y labrarse una mejor vida), lo que ha hecho al Gobierno replantearse y tomar medidas sobre la causas y consecuencias de la constante emigración cubana, la que se ha calculado que reduzca la población nacional en más de la mitad de la cifra actual para el 2080.
El decrecimiento demográfico es también provocado por la bajísima natalidad del país, pues cada día hay más cubanas que no desean tener hijos, posicionando a Cuba en una de las peores naciones latinoamericanas en este aspecto.
El fenómeno migratorio en Cuba ha llegado a ser tan evidente que las propias instituciones científicas estatales y los medios de prensa oficialistas se han visto forzados a reconocerlo.
Una importante investigación del Departamento de Economía de la Salud de la Escuela Nacional de Salud Pública, publicado en el Anuario Demográfico del 2009 (de la Oficina Nacional de Estadísticas), advirtió sobre las graves consecuencias que traerá esto en un futuro: el aumento de la demanda de servicios de geriatría y gerontología, incremento de los gastos de salud estatales, nunca se alcanzarán o superarán los 12 millones de habitantes, la natalidad caerá incluso más (pues un gran porcentaje de emigrantes cubanos son mujeres en etapa reproductiva), etc.
Datos de la edición del 15 de agosto de 2015 del periódico Juventud Rebelde indicaron que se registró una migración externa de 46,662 cubanos en 2012 (4,2 habitantes menos por cada 1.000). El 38,2% de ellos eran jóvenes (6,06 cubanos menos por cada 1.000 de entre 15 y 34 años de edad) y el 52% eran mujeres.
Los números muestran que emigra el 1% de la población de la isla cada año, por lo que se ha perdido el 29 y el 30% de la demografía cubana desde el año 1990 (tomando en cuenta que la llegada de la COVID-19 al escenario mundial y nacional ha obstaculizado casi totalmente la emigración en el último año).
Se ha dado una reciente oleada de balseros buscando las costas de la Florida y miles de cubanos varados en fronteras de Guyana, Surinam, Nicaragua y México en su trayecto hacia Estados Unidos, por lo que la realidad está más que clara: Cuba se está quedando sin fuerza laboral y la población marcha hacia un avanzado proceso de envejecimiento y de extinción.
Para una población que no supera los 12 millones de habitantes, un total de migrantes por año aproximadamente fijado en 40 000 individuos provoca una disminución considerable de fuerza de trabajo y cerebros ingeniosos, fenómeno acompañado además de la baja natalidad y los altos índices de envejecimiento poblacional.
La diáspora en masa de la fuerza laboral e intelectual de la isla es una preocupación constante para un gobierno cuya estabilidad económica depende de la buena voluntad de terceros países y de que las empresas extranjeras decidan invertir dentro del territorio nacional.
La reforma salarial y de pensiones que ocurrió a partir de la Tarea Ordenamiento tampoco dio mucho margen a reconsiderar la residencia permanente en la isla como algo menos que un infierno; fue subir los sueldos y los precios no se quisieron quedar atrás en la carrera por ver qué aspecto asfixia más al cubano de a pie.
En su momento fue extendida la edad de jubilación, luego comenzaron a regular las importaciones de mercancías que abastecían los negocios privados, hasta el punto en el que estamos actualmente, en que el desastre es demasiado como para enfrentarlo sin siquiera sopesar posibles estrategias de éxodo. Pronto Cuba se quedará sin fuerza laboral que responda ante el crecimiento económico esperanzadora o ingenuamente pronosticado.