María Sulay López es una avanzada paciente de cáncer de mama residente en Estados Unidos desde 2014, quien, conectada a un tanque de oxígeno por una traqueotomía permanente, lleva esperando 7 años porque su hijo obtenga la visa de reunificación familiar para ir a verla.
Ella es una de las representantes de las más de 100,000 familias cubanas residentes en ese país que han realizado reclamaciones de familiares en la isla y que aún están pendientes, pues la Embajada de Estados Unidos en La Habana suspendió sus servicios de visa (entre otras prestaciones) en 2017, cuando los funcionarios en Cuba de la administración de Donald Trump fueron, supuestamente, víctimas de un ataque silencioso que todavía resulta desconocido.
Miles de cubanos han intensificado sus reclamos por una solución a estas clausuras burocráticas mientras el gabinete de Joe Biden evalúa su política hacia Cuba.
Reportes del Departamento de Estado norteamericano del 2020 indican que se han contabilizado 78.228 casos pendientes de inmigración de familias cubanas en el Centro Nacional de Visas, uno de los 10 con más trámites inacabados. Esta cifra no incluye a aquellos que están esperando por sus entrevistas en la embajada o cuyos casos están siendo manejados por el Servicio de Inmigración y Ciudadanía de Estados Unidos (USCIS).
El número tampoco contempla los casos pendientes del Programa Cubano de Parole para la Reunificación Familiar, el que permite el ingreso legal al país para aquellos que estuvieran esperando la aprobación de su visa de inmigrante.
Miles de procesos que podrían demorar más de una década, están siendo incluso más retrasados por el cierre de la Embajada y el traslado de sus casos a la sede diplomática de Estados Unidos en Guyana, por el cierre de la oficina de USCIS y la interrupción del programa para refugiados cubanos y por las fuertes políticas del mandato de Trump, además de la llegada de la pandemia del coronavirus.
Desde el Departamento de Estado se ha confirmado la incertidumbre vigente sobre la fecha de la reapertura de la Embajada en La Habana.
La hija de Lourdes Hernández, una cubana residente en Jacksonville, ha intentado reunirse con su madre desde el año 2014, cuando dejó la Universidad en su cuarto año y pospuso su boda en reiteradas ocasiones por pensar que su emigración era inminente. La joven de 32 años y su madre pagaron la cuota correspondiente ($360) del programa de reunificación en 2016, pero no fue hasta pocos meses antes de la llegada de la pandemia a Cuba que le fue notificada la disponibilidad de una visa, justo antes de que se aplicara el largo cierre de fronteras.
Las serias trabas a la inmigración de los cubanos a partir de 2017 implican un obligatorio viaje a la Embajadas de Estados Unidos en Guyana (aunque primeramente se dispuso la de Colombia), por lo que hay que costearse el boleto de avión (que puede llegar a valer 1.000 dólares) y la estancia por el tiempo que sea necesario, además del dinero que se emplea habitualmente en este tipo de trámites.
Muchos no quisieron optar por la legalidad que atribuye la Embajada, sino hacer el trayecto por Centro América o por mar hasta las costas de Florida e ingresar de forma ilícita, rezando por no ser deportados de vuelta a Cuba o a las peligrosas ciudades mexicana fronterizas por donde cruzaron. Muchos han sido retenidos durante meses en centros de detención de inmigrantes en México y en propia tierra estadounidense.
El programa de reunificación familiar para cubanos fue creado en 2007 para poder cumplir la cuota de un mínimo de 20,000 visas de inmigración anuales que Estados Unidos prometió en los acuerdos migratorios con Cuba de 1994 , cuando se quiso evitar otra crisis de los balseros.
Wilfredo Allen, conocido abogado especialista en inmigración, agregó que Estados Unidos no estaba otorgando los 20,000 documentos de viaje anuales pactados, amén de que el Gobierno cubano cumplió su parte de los acuerdos migratorios y aceptó a los deportados.
Por ende, los 22,000 aspirantes al programa de reunificación familiar no han recibido respuesta alguna, ya que durante todo este tiempo no han sido asignados su casos a ninguna oficina diplomática extranjera.
El experto en emigración que dirige el Cuban Research Institute en la Universidad Internacional de la Florida, Jorge Duany, considera que cabe la posibilidad de que el gobierno de Biden sopese opciones para aliviar a estas familias y otros cubanos migrantes o de visita, entre las que se encuentran la extensión del personal consular estadounidense radicado en la capital cubana, en función de que los cubanos no tengan que viajar a terceros países para solicitar visados, así como otorgar un “parole” a los aspirantes a asilo cubanos retenidos en Estados Unidos y en la frontera con México.
Con la promesa de Biden de revertir las “fallidas” políticas de Trump hacia Cuba, surgió toda una oleada de iniciativas para llamar la atención sobre la situación a la que se enfrentan los cubanos.
Gracias a su blog y podcast, Guennady Rodríguez apoya la visibilización del reclamo, pues en los años de Trump en el poder resultaba muy difícil ser escuchados. Publica mensajes y videos de los protagonistas para apelar a la empatía que pueden generar estas historias entre los congresistas cubanoamericanos y funcionarios del gobierno.
Familias rotas empujan desde ambas orillas para crear entusiasmo popular sobre las medidas y esperanza. Con las etiquetas #FamiliesBelongTogether y #ReopenUSHavEmbassy, Twitter se convierte en una de las plataformas principales para hacer llegar el reclamo.