Según el último censo que se realizó en la República de Cuba antes de 1959 se encontraban autorizadas para ejercer la enseñanza privada un total de 580 escuelas primarias, que disponían de 2 690 aulas en las que se agrupaban unos 80 000 alumnos.
La gran mayoría de estos centros de enseñanza (431) eran laicos y contaban con una matrícula de aproximadamente 45 984 alumnos. Sin embargo, el poderío que detentaba la Iglesia católica en la enseñanza privada en Cuba queda demostrado cuando se comprueba que, con sólo la cuarta parte del total de las escuelas laicas (116), los centros de enseñanza católicos sumaban más de la mitad del alumnado de estas escuelas (28 262 educandos). Esto era posible no sólo porque estos religiosos gozaban de un gran prestigio como docentes, sino porque contaban con una gran infraestructura adecuada para estos fines.
Le seguían en orden de importancia las escuelas protestantes (31) que contaban con unos 5 000 alumnos de matrícula. Muchas de ellas habían sido establecidas por norteamericanos y daban clases a los hijos de estos que residían en Cuba; pero también a numerosos cubanos que profesaban esa fe. A diferencia de las escuelas católicas, donde profesar esa fe era un requisito para poder ingresar, en las escuelas privadas protestantes siempre se admitieron niños y jóvenes de religiones distintas.
Por último, también existían dos escuelas para niños judíos con unos 250 alumnos. La comunidad hebrea en Cuba había aumentado notablemente tras la llegada al poder de los nazis en Alemania y se encontraba fuertemente afianzada en la industria y el comercio de la Isla.
Las provincias que contaban con un mayor número de escuelas privadas antes de 1959 eran, por su orden: La Habana (349), Las Villas (104), Oriente (71), Camagüey (51), Matanzas (48) y Pinar del Río (29).
Además de estas, que eran las que estaban legalmente autorizadas, las autoridades del Ministerio de Educación consideraban que existían alrededor de 200 que funcionaban sin autorización oficial (pero en condiciones de precariedad y con muy poco alumnado).
La escuela privada en Cuba se encontraba amparada por la Constitución de 1940 que la autorizaba a impartir de forma separada la instrucción técnica o religiosa que desearan, como había sucedido siempre en el país, pero la colocaba bajo la reglamentación e inspección del Estado.