Cristina Escobar, periodista oficialista que colabora con el Noticiero Nacional de la Televisión Cubana, reveló anoche, casi de forma sugerente, las primeras expectativas del Gobierno cubano con respecto al recién iniciado mandato de Joe Biden, presidente de Estados Unidos.
La periodista expuso que las relaciones bilaterales entre Washington y La Habana heredadas por Biden están altamente deterioradas y que Cuba espera que su dirección levante muchas de la restricciones que el Gobierno de Donald Trump implantó durante sus cuatro años, dejando claro que las autoridades cubanas confían en que la embajada estadounidense en La Haba se revitalice pronto.
Según las palabras de Escobar, el nuevo Presidente, en sus primeros meses de dirección, «debería» derogar el título III de la Ley Helms Burton e intentar trabajar con el Congreso para levantar el embargo impuesto sobre la isla de una vez, asegurando que «es ilegal e impide que Cuba se desempeñe en el comercio mundial como un país normal, con un costo elevadísimo para la familia cubana».
La reportera se refirió al programa gubernamental de Biden como una extensión de la era de Barack Obama, una que complete sus logros. Sin embargo, esclareció que el pueblo cubano no debería crear demasiadas esperanzas y adelantarse a los hechos, pues dice que Biden «trabajará incansablemente para hacer de Cuba un país sin revolución y donde se instaure un sistema político coherente con los intereses de Washington».
Escobar dió su criterio de que Cuba no debería ser el primero en ceder en la restauración de los vínculos entre ambos países y hacer «cambios al estilo americano para que Biden vea y haga», porque «no es el primer día de Cuba con un presidente estadounidense innovando para acabar con la revolución cubana».
La periodista también denunció que la administración de Trump y su estado incumplió con los acuerdos migratorios con respecto a la concesión de visas, pues los cubanos no tienen acceso a los servicios consulares de su embajada desde el interior de la isla.
Habló brevemente de la repentina inclusión de Cuba en la lista de países patrocinadores del terrorismo por parte del Departamento de Estado en los últimos días de mandato de Trump, la que, según su declaración, es «una lista que se inventan para poner a los países que no les gustan».
Su último comentario estuvo dirigido a su deseo de que ambos gobiernos comenzaran a colaborar para frenar y erradicar el virus de la COVID-19, y volver a permitir que artistas cubanos se presenten nuevamente en la nación norteamericana, sin ningún interés en su posición política, «sin amenazas ni preguntándole nada más pisar [EE.UU.] de qué lado están».