Las caravanas de migrantes que parten de cualquier nación de Latinoamérica (comúnmente, de Centro América) hacia los Estados Unidos para cruzar por la frontera con México y pedir asilo, ya suman miles de cubanos y esa cifra está creciendo exponencialmente.
Migrantes cubanos han partido en caravanas desde Paraguay y Chile, y muchos otros se han sumado en Honduras, Nicaragua y Costa Rica. Una de las caravanas más sonadas en el último mes es la que está estacionada actualmente en Surinam, dado el cierre de las fronteras de ese país gracias al COVID-19.
Janet Figueroa, miembro de la caravana de Surinam (la que cuenta con 500 cubanos viviendo en campamentos), estableció: «Vine hace tres años con mis hijos y mi marido. Vinimos de Cuba escapando de la miseria, pero la situación aquí es la misma. Sin trabajo ni asistencia, vivimos en un vecindario con drogas y violencia».
Surinam y Guyana son dos naciones que permiten a los cubanos entrar sin restricción alguna, razón por la cual se han convertido en los dos puntos de entrada de migrantes de nuestro país que quieren luego trasladarse a Estados Unidos, Chile y Uruguay.
Figueroa, de 36 años, quien viaja con su marido y sus dos hijos, actualmente ha solicitado al Gobierno de Guyana un permiso para poder trasladarse «en busca del sueño americano». Explica: «No queremos hacer daño a nadie. Solo queremos llegar a Estados Unidos y unirnos a nuestros familiares».
Los cubanos varados en Surinam han recibido asistencia médica (por el COVID-19) y humanitaria por parte del Gobierno de ese país. Este ha solicitado ayuda técnica al Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados y Cruz Roja, y a la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). Surinam, por el momento, intenta frenar el flujo migratorio que le llega desde Cuba y Haití suspendiendo los vuelos procedentes de esos países.
Cabe destacar que estas personas arriesgan sus vidas en una muy larga y peligrosa travesía sin ninguna garantía de que el gobierno de estos países meta les dará asilo, sobre todo el de los Estados Unidos, pues derogó la ley de «pies secos, pies mojados».