Como parte de «Los Meme», al cual llegó como sustitución de Moraima Secada, Farah María comienza a ser reconocida entre los asiduos de los centros nocturnos capitalinos, por allá por los años sesenta. Previo al cuarteto, Farah incursionó como modelo en el cabaret del Hotel Capri para luego colaborar con el dúo «Las Tropicales» en otros clubes.
Sin embargo, en 1969, José Manuel Solís, director y fundador del grupo vocal, tramita la salida del país, decisión que provocó que el resto de los miembros conformaran un trío, que no alcanzó mucho éxito, luego de la disolución del cuarteto.
El Consejo Nacional de Cultura fue un gran impulsor de las carreras como solistas de Farah María, Héctor Téllez y Miguel Ángel, quienes se vieron obligados a despreciar públicamente el éxodo de Solís como su director. No fue hasta años después que los artistas pidieron perdón, lo que Solís aceptó comprendiendo la encrucijada en la que se encontraban.
Entonces, Farah María comienza con grandes alabanzas su carrera como solista a finales de 1969, con sencillos como «Te quiero tanto amor» de Alfredo Martínez y «Y yo me muero sin ti» de Jorge Estadella entre los primeros puestos de la preferencia popular.
Sus devotos admiradores coinciden en la magnanimidad de sus recitales en el teatro Amadeo Roldán o de sus actuaciones en los escenarios nocturnos más importantes de La Habana.
Pese a su gran discografía de baladas, Farah María ha experimentado con casi todos los géneros de la música cubana e internacional, entre los que se destacan tanto temas más autóctonos y populares como el son «La negra Tomasa», el tango «Adiós muchachos», el cha cha chá «Alardoso», como versiones de «El Mayor» y «El día feliz que está llegando» de la trova de Silvio Rodríguez.
Es posible mencionar entre sus galardones el Orfeo de Oro búlgaro y el Gran Premio en Yamaha, en Japón, así como reconocimientos en festivales como el de Sopot en Polonia y el alemán Dresden. Ha sido bienvenida en condición de invitada especial a festivales de la altura del de Viña del mar en Chile, el de Melodías Amigas de la antigua Unión Soviética y el de Benidorn, España.
No solo en el canto ha pretendido probarse, pues incursionó en la interpretación de la mano del primer actor Enrique Santiesteban en la cinta «El jinete sin cabeza», en los 70. Cine, teatro y televisión han visto el paso de Farah María ante felicitaciones de toda naturaleza.
Los ochenta vieron una Farah cómica, al protagonizar junto a Alfredito Rodríguez la comedia musical «Lola a la pelota», dispuesta en el teatro Carlos Marx.
Conocida como «La Gacela que canta» y «La bella cubana que dejó la voz en La Habana», este último otorgado a la cubana en Italia, por su gran sensualidad al cantar, lo que toda una generación de cubanos no permitirá que se olvide. Con su popularísimo «Tiburón» y la imagen de criollita que la caracterizó hasta bien entrada en años, Farah María será siempre recordada, sobre todo por sus cuatro discos de larga duración, incluidas versiones a canciones de la vieja trova cubana y al compositor René Barreras.
Los padecimientos que el Alzheimer le ha provocado no permiten que vuelva a la vida pública, pero el rastro de admiradores que ha dejado a lo largo de extensa y vasta carrera artística valdrán para que brille siempre, como la estrella que es.